De cuando el Diazepan hace demasiado efecto...

Me aburría tanto que empecé a imaginarme qué haría con seis millones de euros. Eso viene a ser unos mil millones de las antiguas pesetas. Bueno, no está mal para ir tirando.

Ya lo tengo, me dije, lo decidiré mientras organizo una fiesta cojonuda con toda la peña... Me traigo a MD de Vigo, a Jove de BCN, a Furu y a Rafa de Madriz si hace falta... y toda mi gente de siempre, por supuesto... bueno, qué coño una fiesta... ¡todo un fin de semana a tutiplén...!

Pero luego pensé que, por un lado, tampoco hace falta una excusa tan pobre como esa para pasarlo bien con la gente y, por otro lado, proclamar a los cuatro puntos cardinales que era el poseedor de tamaña fortuna no me acarrearía más que problemas y, probablemente, la condena de estar rodeado eternamente de hipócritas y “amiguettes” (contracción de “Amigos + Donettes”; ya saben, de esos que, de repente, te salen a diestra y siniestra de cualquier esquina...).

Mejor llevarlo con discreción (que no avaricia); pero el fiestón lo haría igualmente, eso sí...

¿Y si cambiara de casa y de coche? Este “volunto” me duró poco... justo lo que tardé en darme cuenta de que me gustan bastante mi casa y mi coche, y lo que odio y lo que me jode es tener que pagar todos los meses la hipoteca y las cuotas (respectivamente)... No, realmente no necesito otro sitio para vivir ni otro vehículo con el que desplazarme... En lugar de eso, mejor termino de pagarlos del tirón y salgo del banco haciendo un soberano corte de mangas, jia, jia... Y ya de paso, y de propina, las de mi hermano y mis “viejos”... (Ummm, creo que estoy teniendo una especie de erección cerebral sólo de pensar en la cara del Interventor de Cajamar...).

Vale, pero algo habrá que hacer con la pasta que sobre...

¿Me opero la miopía? (Nchts... me gusta llevar gafas, son parte de mí...). ¿Dono una buena suma a una ONG? (Sí, eso ya lo había pensado... ¿pero, puffff, de cual te fías?). ¿Me compro el diario “20minutos” y así gano el Concurso de Blogs en alguna categoría? (Mira tú, eso hay que meditarlo, que va a ser la única manera de conseguir un puestecillo digno en el ranking, visto lo visto...). ¿Dejo el trabajo o sigo con él ante la duda razonable de poder volverme más majara por la inactividad? Lo dejo... del tirón; que ya tenía yo ganas de jubilarme antes de los treinta, pardiez... ¿Monto mi propio negocio? Quita, quita... eso son preocupaciones y responsabilidades “extra”, y para llenar el cupo diario de ellas tampoco hace falta media docena de millones... Vale, joder, pues los reparto enteritos... (un momento, un momento... una cosa es ser un enfermo mental –como es mi caso- y otra ser un idiota... no te aceleres, Luís, no te aceleres... baish, baish...).

Al final, y después de despertarme en el sofá junto a la gata y encender un cigarrillo, la única conclusión en claro que saqué es que lo primero que haría, antes que nada, sería ir a buscarla en mi coche financiado, tomarla del brazo e invitarla a cenar a un buen sitio, para recrearme con su sonrisa de labios apretados y su pelo recogido mostrando su nuca, la que incita al “canibalismo” más tierno... Y no es que no pueda hacerlo sin los seis millones de euros... es que sólo podría hacerlo dentro del mismo contexto en el que poseería ese dinero: en mis sueños... porque tendría que estar soñando. Eso, seguro. ¿O no?

Postdata-minipost:

Viendo un gran filme me hago dos preguntas: ¿Qué sucede cuando una persona “normal” se ve sometida a una presión “anormal”? Pirotecnia, rugir de olas, hecatombe efímera y, quizás, rechinar de incisivos.

Pero... (segunda pregunta, durante la publicidad odiosa), ¿Qué ocurre cuando una persona “anormal” se enfrenta a una presión “anormal”? Pues pasa YO, básicamente...

(Buenos días, Q y MR... total, este blog ya no lo lee ni Sandios...)