LOS OJOS DE AMANDA
Es como mirar a un satélite
inabarcable desde el fondo de la lente.
Un fulgor caduco y una fragua,
a sabiendas,
de quimeras con piel de sapo.
Diplomática, hasta
amistosamente,
las dejamos sujetas al techo inabarcable,
hirsuto.
Y sólo el goce de la observación dosificada,
prescrita, nos convierte en algo más humano,
a la postre doliente, penitente...
Latente al cabo.
Es como la guirnalda tras la derrota:
una cicatriz también efímera,
pero testigo sordo.
Es como mirar a un satélite
inabarcable desde el fondo de la lente.
Un fulgor caduco y una fragua,
a sabiendas,
de quimeras con piel de sapo.
Diplomática, hasta
amistosamente,
las dejamos sujetas al techo inabarcable,
hirsuto.
Y sólo el goce de la observación dosificada,
prescrita, nos convierte en algo más humano,
a la postre doliente, penitente...
Latente al cabo.
Es como la guirnalda tras la derrota:
una cicatriz también efímera,
pero testigo sordo.
1 comentario:
te recuerdo amanda, la calle mojada.... lalalala. bicos
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