martes, 25 de septiembre de 2007


Y los hubo...

Yo sé bien que se suele decir al revés; que lo común es que el tiempo “se pase volando”, como un soplo, y la percepción se altera minimizando las angustias de las largas esperas y sedimentando aceleradamente los posos y las demoras.

Y ahora ocurría justamente lo contrario, y parece que fue hace años cuando aquel par de tipos de traje caro y mirada cetrina hablaban (confabulaban) en clave de murmullo en la mesa del fondo del “Tapas Variadas” de rigor que cualquiera podría encontrarse al lado, siempre al lado, de cualquier ayuntamiento que se precie.

Pero fue apenas hace una semana...

¿Cómo pueden cambiar tanto las cosas en cuestión de horas? Como si de un calcetín viejo y deshilachado por el uso se tratase, aquello por lo que alguna vez respiramos (suspiramos) se antojaba de repente tan esquivo e inalcanzable...

Nadie reparó en ellos ni por un minuto tan solo...

Dos “hombres” (o al menos eso pensábamos) que cambian el mundo (o al menos nuestro mundo) al abrigo de un café demasiado amargo, demasiado aguado. Uno más, no obstante, de lo estrictamente necesario.

Dicen que todo empezó con un “no hay cojones de...”.

2 comentarios:

Desesperada dijo...

pues cojones hubo. y siempre que los hombres dicen no hay cojones pasan cosas malas, me temo

Desesperada dijo...
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