Risita…
Dicen que “me da” por las cosas. Desde pequeño. Nadie me toma en serio y cuando hago públicos, visiblemente entusiasta, todos mis últimos proyectos, la sonrisa (la risita) escéptica y socarrona se dibuja en las caras indefectiblemente.
Me dio por la música y me apunté a solfeo y, aunque sólo aguanté dos años, luego me dio por comprarme un bajo y desde entonces no he parado de tocar en un grupo o en otro, aprendiendo además a destriparlos, ajustarlos y, según el caso, repararlos (los instrumentos de cuerda, se entiende…).
Me dio por la camarita de vídeo, y aunque ninguno de los truños que parí y que casi nadie ha visto pasará a la historia, aprendí a editar, a sonorizar y hasta a manejar algún que otro programa del que seguro que no habéis oído hablar nunca.
Me dio por el submarinismo y viajé incluso para conseguirlo, invirtiendo tiempo, energías y dinero. Me sumergí pocas veces; las suficientes para encontrar las respuestas en el fondo de arena y ya no necesitar hacerme más las preguntas.
Me dio por la política y, bueno, tampoco estuvo tan mal. Desde luego, ha quedado demostrado que otros no han sabido hacerlo ni remotamente igual de bien.
Me dio por escribir y, sencillamente, es lo que hago constantemente. Por escrito o no. Valga la redundancia.
Ahora me ha dado por restaurar una Derbi Antorcha de 1971 de 3 velocidades que un viejo vecino me regaló hace ya unos años (documentación incluida). Y, en fin, poco a poco. Algunas piezas ya brillan, pulidas de nuevo. Cada uno “resucita” a su manera, aunque hay quien jura y perjura que nunca la verá con el motor arrancado…
Luego, tuve que leer (y hasta escuchar) que “me había dado por ti”… Eso dolió. Eso sí…
Dicen que “me da” por las cosas. Desde pequeño. Nadie me toma en serio y cuando hago públicos, visiblemente entusiasta, todos mis últimos proyectos, la sonrisa (la risita) escéptica y socarrona se dibuja en las caras indefectiblemente.
Me dio por la música y me apunté a solfeo y, aunque sólo aguanté dos años, luego me dio por comprarme un bajo y desde entonces no he parado de tocar en un grupo o en otro, aprendiendo además a destriparlos, ajustarlos y, según el caso, repararlos (los instrumentos de cuerda, se entiende…).
Me dio por la camarita de vídeo, y aunque ninguno de los truños que parí y que casi nadie ha visto pasará a la historia, aprendí a editar, a sonorizar y hasta a manejar algún que otro programa del que seguro que no habéis oído hablar nunca.
Me dio por el submarinismo y viajé incluso para conseguirlo, invirtiendo tiempo, energías y dinero. Me sumergí pocas veces; las suficientes para encontrar las respuestas en el fondo de arena y ya no necesitar hacerme más las preguntas.
Me dio por la política y, bueno, tampoco estuvo tan mal. Desde luego, ha quedado demostrado que otros no han sabido hacerlo ni remotamente igual de bien.
Me dio por escribir y, sencillamente, es lo que hago constantemente. Por escrito o no. Valga la redundancia.
Ahora me ha dado por restaurar una Derbi Antorcha de 1971 de 3 velocidades que un viejo vecino me regaló hace ya unos años (documentación incluida). Y, en fin, poco a poco. Algunas piezas ya brillan, pulidas de nuevo. Cada uno “resucita” a su manera, aunque hay quien jura y perjura que nunca la verá con el motor arrancado…
Luego, tuve que leer (y hasta escuchar) que “me había dado por ti”… Eso dolió. Eso sí…