"Saber vivir es ir hacia la MUERTE, alegre y despreocupado... como si fueses a la muerte de OTRO..."
"(...) Pero mi mala suerte me empujaba con una obstinación que nada podía contener; y aún cuando mi razón y mi juicio me acuciaban para que volviese a casa, yo no me sentía ya con fuerzas para ello. No sé cómo explicarlo, pero parece existir un secreto destino que nos precipita a convertirnos en instrumentos de nuestra propia destrucción a pesar de que nos demos cuenta de ello y avancemos hacia el futuro con los ojos abiertos. Evidentemente, sólo un decreto fatal, al que me era imposible escapar, podía hacerme desoír las razones juiciosas y la persuasión de mis más recónditos pensamientos, y olvidar los dos claros avisoso que acababa de recibir en la primera tentativa...".
("Robinson Crusoe", Daniel Defoe).