viernes, 8 de julio de 2011

“Sí, es muy joven… usted sólo conoce la ciudad desde que la cruzó el tren… Era muy diferente entonces… muy diferente, señor Scott… muy diferente…”




Como le ocurre a casi todo el mundo, hay canciones, temas o piezas musicales que quedan en alguna rendija de un disco duro, en una parcelita de un CD o hasta en una cinta magnética, y que nunca dejan de estar vigentes, taladrando en cada escucha (por muy espaciada que sea cada una de la anterior) un poco más el alma, poniendo el vello de punta y activando sistemas, circuitos, conexiones y conectivos que parecían obsoletos.

La interesante digresión, el alegato al tiempo que hacía alguien en su bitácora me ha animado a rescatar algunos de estos momentos musicales-emotivos en lo sucesivo, puesto que otras temáticas son ahora, sencillamente, inabarcables (no por tiempo, sino por forma). Que suenen las notas y que se borre la tinta; de momento.

Jamás he dejado de mantener viva una recámara para lo vivenciado, y siempre me he sentido orgulloso de ello; he enarbolado esa bandera (indiscretamente cuestionado); y toda esa travesía cuenta con una banda sonora para mí inapelable. En el compendio entra esta joya de MIGALA, “Aquel Incendio” (diez años ha…).

Investiguen ustedes mismos si lo desean (no me voy a limitar yo a copypastear cualquier burda reseña parcial del grupo…), pero, ante todo, ESCUCHEN… A mí también, como reza un comentario, “me parte el alma”.

Próximamente, más.