LA SED
Querer a alguien hasta desalar las orillas.
Es sencillo.
Te estuve leyendo en letras de imprenta, y
en las notas de los márgenes, en los dobleces de las esquinas,
fue sencillo:
quererte hasta nublar la vista.
Quererte hasta beberte los soles.
Desalar los océanos y leerte los libros.
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