De los grandes viajes pequeños...
Escuché una vez (creo que en boca de Cate Blanchett, en uno de sus grandes papeles) que “la felicidad es inversamente proporcional a la diferencia o la distancia entre la vida que sueñas vivir y la que vives realmente”.
Un amigo con un gran sentido del humor “escatológico” se permitió añadir después que la misma proporcionalidad podía aplicarse a la separación geográfica que mediaba entre el salón de casa y el cuarto de baño cuando sufrías de gastroenteritis... (sin comentarios, tenía que ponerlo...).
La cuestión de las distancias y las superficies; los volúmenes, y su relatividad, no deja de asombrarme y fascinarme. Si nos paramos a observar , tranquilamente, si somos capaces de mirar sin ver o de escuchar sin oír, detectaremos numerosas “paradojas espaciales”: la más absoluta de las miserias morales y espirituales concentrada en unos pocos metros cuadrados; la clara impronta de la mano de ese que muchos llaman “Dios” en fracciones de milímetro cúbico; la definición de PROGRESO a 115.7 kms. de lo que muchos definirían como DESARROLLO (Fuente de Piedra, desde donde escribo ahora, que me abraza y consigue calmar a mis fantasmas tras demasiado tiempo).
La razón de ser, condensada en el área de contacto de dos cuerpos (irremisiblemente caducos) que se desean...
¿Quién inventará, al fin, un escalímetro decente?
Escuché una vez (creo que en boca de Cate Blanchett, en uno de sus grandes papeles) que “la felicidad es inversamente proporcional a la diferencia o la distancia entre la vida que sueñas vivir y la que vives realmente”.
Un amigo con un gran sentido del humor “escatológico” se permitió añadir después que la misma proporcionalidad podía aplicarse a la separación geográfica que mediaba entre el salón de casa y el cuarto de baño cuando sufrías de gastroenteritis... (sin comentarios, tenía que ponerlo...).
La cuestión de las distancias y las superficies; los volúmenes, y su relatividad, no deja de asombrarme y fascinarme. Si nos paramos a observar , tranquilamente, si somos capaces de mirar sin ver o de escuchar sin oír, detectaremos numerosas “paradojas espaciales”: la más absoluta de las miserias morales y espirituales concentrada en unos pocos metros cuadrados; la clara impronta de la mano de ese que muchos llaman “Dios” en fracciones de milímetro cúbico; la definición de PROGRESO a 115.7 kms. de lo que muchos definirían como DESARROLLO (Fuente de Piedra, desde donde escribo ahora, que me abraza y consigue calmar a mis fantasmas tras demasiado tiempo).
La razón de ser, condensada en el área de contacto de dos cuerpos (irremisiblemente caducos) que se desean...
¿Quién inventará, al fin, un escalímetro decente?