martes, 4 de septiembre de 2007



Una decisión importante...

“Maldita sea, Emilio, ¡maldita sea! Esto no va a traernos más que problemas... Joe no paraba de dar vueltas agitando los brazos y llevándose una mano a la frente, despejándola...

¿Y qué coño quieres que haga, Joe? ¿Qué se supone que tenía que haber hecho, joder? ¿Qué hubieras hecho tú en mi lugar? Emilio permanecía sentado en el sofá del ático.

Pues te lo voy a decir, pedazo de inútil: seguramente tragar saliva, y ya de paso un poco de ese orgullo estúpido que se te sale por las orejas, maldito españolito de mierda, y pensar para variar con la cabeza, para darte cuenta de que te quedan sólo unos cuantos buenos meses encima de los cuadriláteros y de que no puedes permitirte dejar pasar oportunidades como ésta...

Emilio apretó los puños y los dientes, conteniendo las ganas de callar a Joe con un buen puñetazo. No le había dolido tanto la referencia despectiva a su origen, como el que su amigo hubiera hecho palpable (y tan palpable) la cruda realidad de que el ciclo deportivo del “Tornado Ibérico” empezaba a llegar poco a poco a su fin...

Después de un silencio tan incómodo como necesario, Joe se volvió a dirigir a Emilio:

Esta bien, Milito, lo siento, ¿ok? Quizás tengas razón en el fondo y lo que has hecho haya sido lo mejor... Puede que hasta yo le hubiera contestado lo mismo al Sr. Martozzi o, de no haberlo hecho, terminaría arrepintiéndome... Pero es que parece mentira que no conozcas a estos tipos, a esta gente, Emilio... son el mal, la enfermedad que todos sabemos que puede aparecer en cualquier momento... rezamos para que no sea así. Cánceres como ellos son los que destruyen este deporte sin que el público que compra las entradas, el que grita en las gradas ni tan siquiera se entere... ¿O pensabas que estos indeseables se conformaban sólo con las drogas o con la extorsión al estilo “Al Capone” en los 20 y los 30?- Joe se secaba el sudor de la frente con un pañuelo arrugado, frenéticamente- No seas ingenuo, Emilio... estamos en los 80, casi los 90. Sus telarañas se extienden y lo corrompen todo; el boxeo no tenía por qué ser una excepción... Estas serpientes no saben aceptar un “no” por respuesta, amigo... ¿Por qué piensas si no que la “tajada” que te han ofrecido es tan suculenta?, ¡mierda!... Contaban con tu apretón de manos... Dios, ni sabemos cuánto hay en juego...

Joe, ya basta... Si Newman tiene que tumbarme en la lona este viernes, lo va a hacer con los guantes y limpiamente... Y esa es mi última palabra...".

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