INDUSTRIA NACIONAL…
Este post es una “chorripollez” como un piano y, además no viene al caso… pero es que me apetecía mucho escribirlo…
Los pocos que me conocen y me leen saben que aparte de la necesidad ineludible de llenar la panza y pagar las facturas, hay otros “combustibles” que me mueven, tales como la música, el carnaval, la poesía, la política… pero hay otro ingrediente básico, y sin duda ese son las MOTOS. Siento una pasión indescriptible por casi todas ellas en general (soy de esos niños incautos que se levantaban a las tantas de la cama un sábado noche para ver el GP de Australia, por poner un ejemplo), pero en particular por los ciclomotores clásicos y, sobre todo, los de fabricación española.
Hace unos cinco o seis años tuve la oportunidad de recomponer y adecentar una Puch Minicross Súper III que ahora vive en el campo y nos sirve para trasladarnos por allí, carrileando (está indocumentada), y el resultado fue tan aparente, que un viejo vecino del barrio, al verla, me ofreció algo irrechazable…
Luego, los problemas de salud (ver anterior blog) me hicieron abandonar el proyecto, con las piezas guardadas en bolsas y cajas… hasta junio de este mismo año. Me entero de que mi vecino está delicado de salud y me duele el no cumplir lo prometido, así que retomo el proyecto (casi sin un duro, con poco tiempo, pero con mucha motivación).
Hablaba (o mencionaba el tema) de ello en un post de este blog hace unas semanas, por cierto…
Casi nadie ha creído que esto fuera posible o, cuando poco, la cara de escepticismo al ver este chasis y las piezas llenas de óxido era un auténtico poema. Mi tío especialmente ha intentado en alguna ocasión que dejara el proyecto, ya no por desanimarme, sino para evitarme el “chasco”…
Pero oye… prisa y presión (salvo lo comentado sobre mi vecino, que de todos modos se recupera bien y está muy estable) no existían; y luego, el haber encontrado en la red y en diversos foros (además de reafirmar los que ya tenía) a buenos amigos apasionados también por el tema (y con piezas de recambio a tutiplén y a buen precio).
Total, que la cosa, contra viento y marea (y privándome presupuestariamente de muchas cosas) fue tomando forma…
Ha sido muy emocionante, la verdad… me tiemblan las canillas de pensar en el día en que vaya a casa de Paco (mi vecino) y le diga “¿quieres pegarte una vueltecita? te la dejo…”. Después de eso, no sé qué pasará con ella, lo admito… Supongo que vendrá esa sensación de vacío cuando cumples con un objetivo, en este caso el de resucitarla y cumplir una promesa, y te preguntas “¿y ahora qué?” (Davinia ya apuntaba algo en un comentario de feisbuk).
Sin embargo, la “infección” ya ha llegado a la sangre, y si alguna noche ya le juraba y perjuraba a J, mi compañera y pareja, que “esta y se acabó… sólo quiero demostrarme que soy capaz de hacerlo…”, hace una semana conseguí recuperar la RIEJU CONFORT 400 (año 1974) de mi padre, con la que iba a buscar a mi madre cuando eran novios… y si su estado es lamentable (mucho más lamentable), ahora se ha instalado otra pregunta en mi enferma cabeza: “¿y por qué no?”.
Esfuerzo, constancia, ilusión (mucha ilusión…), ganas de aprender a base de palos…; eran los hilos argumentales de este post, aunque ahora dudo si los he plasmado bien, porque igual me queda en plan “vacile” cuando lo cierto es que casi he partido de cero y ha supuesto todo un proceso “autodidacta”.
No sus desaniméis con las cosas, que siempre hay alguien que echa una mano…
Gracias, por cierto, a esos que han echado las dos, y las dos piernas incluso... Especialmente a ti, J, con lo que llevas "aguantao", y a ti, Jose, pintor y colega de categoría.