martes, 16 de junio de 2009


“… Que ya me hacía falta.”

Aguanta.
No permitas que nadie (ni tú) deje desbordarse
el torrente por tus cuencas.
Sostén. Dispón. Tú, el por nadie sostenido y
siempre dispuesto a recibir la daga.

Que pueden existir escalones más pulcros,
que el tuyo
que pueden nacer hijos más sanos,
que los tuyos
que puede la caricia premeditada enaltecer más el alma,
que la tuya
pero nadie (nada) aguanta y sostiene, dispone su corazón
como tú el tuyo.
(Hermano reflejado).

Se lo busqué (su corazón), aguantando las riadas a
golpes de diente, y arrancándome las manos
que volvieron vacías y desolladas
para ofrecérselas como ofrenda. Y dispuse
que todo siguiera cubierto de polvo cuando yo
sin manos
ya no pudiese tocarlo.

Y lo sostuve…
por un segundo tan violento y tan bello…
Luego,
seguí aguantando.

Y todo el mundo me miraba. Y sonreía.

16/06/09, después de más de dos horas de llanto reprimido y justificado (el llanto, no la causa cruel, a deshora y a destiempo...).


(En la foto: Ana Morgade).