lunes, 30 de marzo de 2009


POR CULPA DE TU BESO INCENDIARIO

Si alguna vez he de morir quiero
que sea un viernes y es, sin duda,
por culpa de tu beso incendiario que ha perfumado
las aceras de estas calles con un hedor de
hollín, de caramelo caliente y cafeína recalentada
(una, dos, tres… tintineo y abrimos la puerta; alguien
olvidó comprar el paquete de azúcar… tragedia matutina).

Camuflado con la voz del artista publicitario (mediocre) y
arañándome las vísceras a escondidas, bajo
las vestiduras de alquiler que tienen resguardo y
fecha de reembolso, pero sonrientes las pupilas
(sólo tú las ves, solo tú, tú solamente, tú sólo)
con el calor de tu beso incendiario y culpable.
Así acudo a la cita del viernes (friday, divendres,
el quinto o el antepenúltimo… elija usted misma…).

[Y, si no te gusta así, guardan muestras gratuitas de mis
uñas limadas en el vestíbulo, junto a los ceniceros…]

Es por tu culpa, y de tu beso incendiario, que
todos los buenos poemas te infecten los pulmones
y llores rimas asonantes. Tu culpa.
Ya no sabíamos (no podíamos) respirar otro aire…