Postales de viaje (4).
En cualquier “gasolinera” se puede parar para escribirte…
AS WE SAILED INTO…
Cuando sea obvio que la tormenta
no puede más que arreciar, yo espero que de ti
queden más escombros que el reloj y el calendario
que llevas tatuados en la frente.
Y, sin embargo, eso tampoco servirá de nada ante
la insultante evidencia de que, con guitarras ajadas
y cuerdas herrumbrosas, las mejores tonadas
alcanzaron las nubes más imposibles.
Si la niña acerca sus labios ilegales y prohibidos a los
micrófonos adultos, y canta… y viste para la ocasión, y
oculta sus manos y desnuda su garganta…
yo espero que tú también seas capaz de tararear mientras lloras.
Ya no será necesario podar las ramas de esta desidia, ni
alargar esta cadena perpetua de miradas viciosas, ni
dejarse crecer el pelo… Cuando ya sea impensable que
la tormenta no arrecie, “todos al suelo”… el último pierde…
Mírame. Sólo un segundo, y dime si mis ojos no han
tomado la forma de borrasca; de chubasco. Me precipito,
y tampoco servirá de nada ante la mortificante resistencia
de tu paraguas remendado y tu anticiclónica racha de viento.
Y aunque pienses que no, no hará otra cosa más que arreciar,
porque la niña vuelve para entregar el bis que le reclaman.
(Foto: Sandra Torralba).