domingo, 22 de junio de 2008


YA VES…

Todavía me pregunto cómo conseguí reunir hasta cuatro llaveros encima de la estantería. Supongo que fueron los “daños colaterales” de mi anterior trabajo. Cuando empezó a suponerme un serio problema, al tener repartidas distintas llaves en cada uno de ellos, y necesitarlas todas a un tiempo según lo requería la situación, decidí sacarlas , hacer una “criba” y aligerar peso.

Por otro lado, al haber dejado de utilizar el bolso “Tapioca”, me veía obligado a guardar muchos de ellos en los bolsillos de los pantalones, que poco a poco se fueron desgastando y agujereando por el roce.

27 llaves encima del cristal de la mesa.

Igual nos ha pasado a todos alguna vez… pero era incapaz de reconocer, en primera instancia, qué cerrojos o cerraduras podrían abrir la mayoría de ellas. Decidí apartar éstas a un lado, así que pronto reuní dos montones: “conocidas” versus “¿ein?”. La siguiente subdivisión dentro del primer grupo fue la de “realmente importantes” frente a “uso esporádico”. También fue relativamente fácil de hacer…

Y, de pronto, empezaron a aparecer “caras”, en función de la forma de cada trozo de metal. Así, la “JMA” redondita y pequeña se trasmutó en “M”, y la trapezoidal y más gruesa que abría el local de ensayo se iba convirtiendo en “B”. Yo ya no hablo con “M” y con “B”; ambas me han pedido (la segunda de forma más cortés que la primera, todo hay que decirlo…) que me fuera apartando de sus vidas, al tiempo que ellas lo hacían de la mía.

¿Y qué hay de aquella de color que ya apenas uso pero que a veces necesito? Pues se empezó a parecer sospechosamente a “D”, el mítico “D”, el ya tan lejano “D” que de cuando en cuando todavía se deja ver con eibisí y me habla en “muchanante” y yo le entiendo y le contesto; pero luego ya no más, y luego el óxido en las bisagras.

La llave cuadrada empezó a susurrarme, paralelamente, y me decía algo así como que no la cambiara de llavero, porque si bien “la puerta no estaba nunca, ni aún cerrada”, aún gustaba de vivir en mis pantalones…

Hoy, 22 de junio de 2008, yo tengo un único llavero con 27 llaves. Y vuelvo a hacer “ruido” cuando (de nuevo) paseo por la calle. A paso ligero; despreocupado; a paso ligero.

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