lunes, 9 de junio de 2008


En lugar de haberte buscado...
Soy idiota; confirmado.

Para cuando quise darme cuenta de que la mortadela no amortiguaba los efectos de las drogas duras, ya habían mencionado tu nombre en Radio 3. Creo.

(O igual me lo imaginé; igual eran tantas las ganas de saber algo de ti, que te inventé dentro de aquel aquelarre, como la consorte de la estrella invitada venida a menos pero con tanto, tanto que ofrecer...).

Izquierda y derecha ya no tienen sentido... ni las líneas de la carretera, ni las luces de posición. “Hazte ver...” No, paso. Presten, por favor, atención a los suicidas del vehículo diésel de su izquierda. Tomen apuntes si lo consideran necesario... En unas horas haremos una breve prueba de evaluación, y no se admiten suspensos...

(Cuando navegabas por tus interminables inmersiones hacia el fondo de tu propia estulticia, de tu propia espiral y de tus “bajones” tan característicos, ella buscaba, antaño, mis labios como refugio. No hablaba, y sólo se dejaba posar, y yo rozaba con mi índice su pecho libre; y luego todo y nada, pero siempre se volvía con una sonrisa. Y yo ahora la entiendo, y tal vez -sólo tal vez- me sienta menos culpable).

¿Y ahora dónde cojones me llevas? Hace siglos que no piso ese antro, y bien sabes que si no fuera porque vamos metafóricamente cogidos de la mano, tampoco entraría... Metáforas. Ahora recuerdo que dejé hace algún tiempo los cepos colocados y no he vuelto a revisarlos. Cazo metáforas, imágenes, porque hace tanto que no vienen a mi puerta, a comer el pienso industrial con el que las mal-alimentaba... Y sólo capto paradojas... Como la de contrastar el cómo me mirabas, repudiándome, hace tan poco; y ahora eres tú, maldito hermano, quien me pones el veneno en bandeja de plata; y yo me dejo, porque quiero bajar a tu pozo. No a rescatarte, sino a terminar de ahogarte, quizás... Quizás... Pero, en todo caso, para averiguar cómo fuiste tan sumamente imbécil de dejarte caer, de resbalar en el brocal que ni estaba mojado, ni cubierto de musgo (exceptuando el que tú mismo te agenciaste a precio de saldo...).

Igual, en casa, te lo propongo para asustarte. Igual te lo propongo de corazón y echándole un valor que no debiera ser tal... No estoy seguro... El embutido industrial interacciona con los aditivos químicos, y la boca está yerma, y las manos dirigen imaginarias orquestas... Pasará, lo sé. Y tendrá consecuencias. Y tendrá consecuencias...

Nunca mais, hermano... lo siento...
Aquí se sepulta una trinchera. Ya no estamos en el mismo bando...


PD: Esto sólo lo entendería ese que jamás lo va a leer...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En dos semanas me lo explicas,si duermo poco,ahora no dormire nada.

Jove Kovic dijo...

Y de paso explícamelo a mí también, jodío!

Anónimo dijo...

joe luismi hacia dias que no te leia y veioq ue tu vida sigue complicandose!! ya ves aqui si que andamos fastidiaos,un dia te lo dije, esto da mucho asco, que pena que el tiempo me de la razon!! un beso!

macarena