viernes, 11 de abril de 2008


Carta a mí mismo...

Durante un tiempo (menos del que yo desearía, pero en fin...), estaré compatibilizando mi trabajo con el de docente, de “profe” de Educación Ambiental en Estepona. Pluriempleo, ya saben, la nueva religión; no nos queda otra para plantarle cara a “Euribeitor”, el enemigo venido a más...

Cada día son 140 kms. de ida y otros tantos de vuelta, para pasar cinco horas con un grupo de gente que, hasta el día de hoy, está siendo fantástico y con el que resulta muy fácil trabajar. Además, hago algo que me encanta: formar a futuros Formadores, enseñar a enseñar, y agradezco a quien ha depositado su confianza en mí el que lo haya hecho, porque es una gran responsabilidad, o al menos, así me lo tomo yo.

Pero no quería hablar de eso después de una “sequía” bloguera medianamente prolongada... Buscando entre mis apuntes, mis carpetas de otros cursos recibidos o impartidos, para documentarme, me topé con una del curso de “INTELIGENCIA EMOCIONAL” que alguna vez ya se nombró en esta bitácora. El último día de ese curso, Katia, la monitora, nos propuso un ejercicio muy simple de auto-evaluación consistente en escribirnos una carta a nosotros mismos, meterla en un sobre, cerrarlo y leerlo cuando estimáramos conveniente. No había por qué enseñarla, era para nosotros. Encontré esa carta anteanoche y volví a releerla sin un ápice de nostalgia, pero desde una perspectiva muy interesante, pasados casi dos años. Y, bueno, creo que sí, que es tiempo de sacarla a la luz para que también las pocas personas que leen esto y que me conocen desde aquella época (o mucho antes) evalúen “externamente” si me equivocaba o si, desde entonces hasta hoy, he sido al menos un poco consecuente:

Torrox, 12/05/06

Querido Luismi:


Me alegra ponerme en contacto contigo después de tanto tiempo. Me han comentado que has estado últimamente comulgando con ruedas de molino; esos mismos molinos quijotescos con las aspas en movimiento contra los que, antaño, te arrojabas al estilo “kamikaze”.

Me he enterado de lo de B******. Y de tu predecible reacción; de todos modos, ¿no crees que esta vez lo has llevado al límite? En fin. Te escribo esto para agradecerte que lo estés leyendo, porque sigues ahí; y mejor que antes. Ves que ya te iba yo diciendo que tenías que ir cambiando la perspectiva de muchas cosas... Supongo que ya te has dado cuenta.

Vaya cojones que le echaste, macho... Y ya nadie daba un duro por ti, y ya tu madre estaba cansada de llorar, y ya tu hermana no podía acumular más rabia e impotencia, y ya Miguel no hubiera soportado un tercer susto... y vas y te despiertas un día del “coma”, y vendes la casa, y empiezas a zanjar asuntos, y te abres al mundo... y el mundo te entra.

Y te vas solo, y todo el mundo con el corazón en un puño: “... un día de estos llamamos a la puerta, y él está dentro... pero no nos abre”, pensaron. Y siempre la abres. Es más, yo diría que nunca la cierras.

Gracias, Luismi. Por seguir repitiendo ese “mantra” cada mañana. Por seguir creyéndotelo. Por haber evaluado, sopesado y decidido. Por haber sacado lo poco bueno que se podía sacar de esta mierda. Como dijo Katia: “tu peor jefe, tu mejor maestro”.

Pero sobre todo, por encima de todo, GRACIAS por haber tenido las soberanas tragaderas de admitir tu culpa en todo este proceso, porque curas de humildad como la que Jesús te dio hace tiempo (sí, esas que siempre te han hecho crecer como persona; al menos a ti); esas, digo, ya estaban empezando a escasear. Gracias por perdonarla.

Ánimo, chaval, que no te lo mereces. Y sé que lo sabes.
No acabarás solo, como piensas. No sería justo. Y sé que lo sabes.
Vive.

Luismi.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sabes, me ha hecho mucha gracia, yo cada año por mi cumpleaños me escribo una carta la cierro y la guardo hasta que llegue un momento de mi vida, donde cierre capitulo y abra otro, entonces las abrire y veremos que balance saco de mi vida y de mi misma!

por cierto me debes un cafe!

macarena

Jove Kovic dijo...

Desde luego no sería justo que un primo como tú acabara solo. No me parece justo y por lo tanto protesto.