lunes, 4 de junio de 2007


De cuando vinieron a cenar y yo me quedé con hambre de ella...


Nosotros decidimos adelantarnos para ir preparando la cena. Más tarde, llegarían su hermana y el marido de ésta. Era la primera noche que todos nos íbamos a juntar en mi casa; lo que nunca imaginé era que iba a ser la última...

Todavía no me explico cómo consiguió aparcar en aquel hueco tan pequeño justo al lado del jardín. Descargamos las bolsas y yo abrí la puerta. Había un aroma a incienso ya muy disipado, de la barrita que prendí a primera hora de la tarde, pero ella lo notó y hasta llegó a distinguir la marca y la fragancia.

La había dejado elegir todo en el supermercado. Me encantaba observarla mirando en las baldas, comentando los precios, las posibilidades para combinar la comida. Me encantaba que se montara en el carro y jugara a ser la niña pequeña revoltosa mientras yo derrapaba en las curvas para cambiar de pasillo. Me encantaba cómo me miraba por encima de las gafas, con el pelo desordenado y el lunar justo encima del labio. Cuando estábamos en la caja, una muchacha a la que yo conocía nos miró desde lejos, y yo pude advertir en su cara que pensaba que estábamos juntos, que éramos pareja... aquella sensación me encantó: su asombro, sobre todo. Porque ella y yo sin duda éramos la pareja más improbable del universo conocido.

Nos habíamos manchado las manos de aceite y, en el lavabo, compartimos el grifo y la toalla de color morado. Recordé otro momento en otro cuarto de baño: un mes atrás, en su casa, en una fiesta en la que nos disfrazamos, mientras ella me maquillaba la cara y puso tanto celo en ello que sus labios y los míos se llegaron a acercar demasiado, y estuve tentado de besarla, pero no lo hice. Luego se lo confesé, unas horas después. Pero, como siempre, se lo tomó a broma...

Volvimos a la cocina y yo pasé mi mano por encima de su hombro y la besé en la frente. Ella sonrió y, en ese momento, llamaron a la puerta. Su hermana y su cuñado traían el vino y el postre.

Seis, creo recordar que fueron seis las botellas de vino que nos bebimos; decenas de discos los que escuchamos; miles de carcajadas... una noche digna de recordarse...

No estaba en condiciones de conducir, pero vivía realmente cerca... así que no se quedó...

Creo que mi gato también se quedó prendado de ella...

Based on a true story, January 2006

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