domingo, 3 de junio de 2007


De cuando me fui de la lengua y se me notaba a mil leguas...

No necesito conocerte para amarte. Para saber que quiero amarte. No necesito saber qué libro estás leyendo, qué disco estás escuchando o qué vino prefieres para acompañar la carne... yo lo descubriré, cuando llegue el momento...

Enamorarse; la gran crueldad... enamorarse no es verte, es querer verte. No es besarte, es querer besarte. Enamorarse; la peor de las epidemias...

Me dicen que no debo hacerlo. Y yo no puedo dejar de dirigir mi mirada hacia la tuya... y cuando se cruzan, todos piensan pero no dicen: “Basta ya, dejad de parar el tiempo, dejad de consumir tanto amor, dejadnos algo a todos los demás, porque lo estáis agotando todo alrededor...”

Guardo tu imagen en un pliegue de mi memoria inaccesible para ellos. No necesito tenerla presente ante mis ojos, me basta con cerrarlos. Entonces, sonrío y nadie sabe por qué lo hago... y te estoy viendo. Sólo a ti.

No necesito oírte para escucharte. Para saber que te quiero conmigo...

(PD: Nadie tocaba el cello como Rostropovich...)

No hay comentarios: