De cuando el púgil se metamorfoseó subacuático...
Con una columna de agua de casi 20 metros sobre la máscara de silicona y una presión de unas tres atmósferas, el púgil subacuático se echó una “siesta” de unos minutos sobre el fondo de arena que comenzaba justo donde moría temporalmente la pradera de posidónea y el “falso coral”. Así, bocarriba, observó la vida que flotaba por encima y que recibía a un ritmo constante la visita de las burbujas ya respiradas que manaban desde la válvula de la segunda etapa del regulador.
“¿Qué estará haciendo ella ahora mismo...?”
El silencio del fondo sólo es comparable a todas las tormentas de sonidos infames y estridentes que su llegada ayudó a disipar. No es un silencio realmente... más bien al contrario: dentro, en las entrañas del “gran azul”, todo es más perceptible, todo se magnifica, es casi imposible hallar referencias. Y el púgil buscaba las suyas en ese laberinto, en esa espiral. Pocos segundos después, cuando ya la respiración era constante y los espacios aéreos estaban compensados, el latido se hizo presente; rápido y agitado al principio, por el sobrecogimiento inicial. Acompasado más tarde.
“¿Qué le diría ahora mismo...?”
Recordó una frase suya y la repasó mentalmente una y otra vez. Se prometió buscarle un sentido y viajó hasta aquel paraje para desencriptar el mensaje. Pero era inútil... quizás no existía tal significado, tal envío...
“¿Qué extraña fuerza me mantiene atado a este fondo que es como ella...?”
Karlos se acercó y le invitó a visitar un cañón donde podrían ver a las morenas y a los cefalópodos antes de que el suministro se agotara totalmente y debieran regresar al barco...
Escribió su nombre femenino en la arena grisácea... No tardó en borrarse gracias a la leve corriente; ya no seguirá allí en la próxima inmersión...
lunes, 25 de junio de 2007
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1 comentario:
Estamos hablando de alguien de quién ya habíamos hablado antes, verdad?
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