sábado, 21 de abril de 2007



Corbatas negras...

Emilio y Elizabeth se conocieron poco tiempo después de que él llegara a Estados Unidos desde España, con apenas 18 años recién cumplidos y un contrato con un promotor que maldita la hora en que algún abogado o jurista pudo revisar… Joe era un viejo vecino de ella, a la que apadrinó y protegió de los ataques de los chicos de Greeblech, el barrio vecino… también fue quien se la presentó, tras un entrenamiento.

Para cualquiera que haya visto algún film relacionado con la temática o que haya leído unas cuantas líneas similares a éstas, resultará fácil en exceso suponer lo que pasó entre ambos…

Pero Elizabeth no era la típica novia del boxeador… ni Emilio era el típico chico de los USA persiguiendo un sueño… su sueño ya se había cumplido desde el momento en que lanzó al suelo el primer pie desde el último peldaño de la escalerilla del avión…

Fue ella la que tuvo que aprender a escupir las primeras palabras en castellano, algo que no le resultó difícil, puesto que en su barrio la comunidad chicana era amplia, y Lizy había crecido entre gritos (insultos) y barrabasadas que harían resucitar y volver a matar al bueno de Cervantes. “Milito” lo tuvo más difícil. Joe, de madre cubana y padre norteamericano tuvo la mayoría de las veces, entre carcajadas y pillerías en la translation para su disfrute personal, que ejercer como interlocutor.

Cuando Emilio pasó del “Super Welter” al “Medio”, también se mudó desde la pequeña buhardilla que compartía con Joe en el 36 del MidEast Corner al cochambroso apartamento que él y Lizy conseguirían convertir en acogedor en la 21th Street. También aumentó el número de peleas. Y llegaron los primeros contratos.

Fue por aquel entonces cuando Joe se machacó su hombro, trabajando en el mercado de abastos, cayendo a plomo desde el muelle de descarga…
La lluvia también caía a plomo en el cemetery aquel miércoles. Ocho. Tan sólo ocho personas acudieron al entierro de Joe. Todos con corbata negra.

Unas semanas después, alguien comentó que Lizy estuvo allí. Emilio nunca lo supo.



1 comentario:

Jove Kovic dijo...

Esta entrada da para un relato, lo digo a título de sugerencia.