lunes, 27 de febrero de 2012


Hice una carrera de Ciencias, pero eso no significa que sea un “científico”, aunque mi mentalidad sea, en cierto modo, científica… Soy pragmático y obstinado, pero tengo las miras abiertas. Pienso que todos los hechos tienen una explicación (aunque yo en ese momento no pueda explicarlo), y ésta será probablemente, muy probablemente, de naturaleza “terrenal”, física, tangible… pero si en ese momento no está al alcance de la mano, me resisto a aferrarme a lo más fácil y socorrido (aunque tampoco niego que pudiera ser así).

Vaya lío, otra entradilla coñazo, lo sé…

Viene todo esto a cuenta de un “divertido” episodio que tuvimos en La Cueva este fin de semana. En la balda superior donde tengo mis libros más queridos, en el dormitorio, guardo los volúmenes de Poesía. Antologías, ensayos, Obras Completas… entre estas últimas cuento con “Las personas del verbo”, de Jaime Gil de Biedma (de la colección Galaxia Gutenberg, una segunda edición preciosa, la misma de la imagen de arriba). Fue un libro que leí en las vacaciones (cuando las había) de Semana Santa de 2006, y en el cual, como tengo costumbre, marqué algunas páginas muy concretas e hice algunas anotaciones a lápiz.

Gil de Biedma no fue un autor prolífico. Además, no le importaban esas cuestiones. Escribía cuando le apetecía y cuando lo estimaba conveniente. Dicen que su obsesión era conciliar el lenguaje verbal con el poético, que más allá de pretender ser un “poeta moderno”, prefirió ser un “hombre contemporáneo” en sus versos; y, por supuesto, y por eso me fascinó y me fascina, era un entusiasta del ritmo. En su última época lo expresó muy bien en unos versos en los que hacía un repaso por su recorrido como autor, desde esos primeras composiciones “exaltadas” (donde casi todos los poetas primerizos coincidimos en los mismos cruces de caminos estilísticos) hasta los versos de madurez, definiendo el ejercicio poético como “un mucho de vocación y un poquito de trabajo”, como un travieso “placer solitario” que se va tornando con los años en “vicio solitario”.

Pues bien, el domingo por la mañana, mientras ordenaba la habitación, me encontré el libro tirado en el suelo, junto a la mesita de la lámpara. Bueno, no era extraño… J estuvo limpiando el sábado por la mañana y seguramente el volumen, que estaba al borde, se movió. También es verdad que en más de cinco años no se había caído nunca. Lo coloqué en su sitio y lo aseguré bien, apoyado en cuña contra otro de Antonio Gamoneda.
Luego salimos fuera. Comida con la familia, sobremesa de fútbol, un recadito… de vuelta a casa y, cuando voy a cambiarme de ropa, veo el libro encima de la mesita. Pregunto a J: “vaya, ¿se ha vuelto a caer el libro otra vez? yo ya lo he recogido esta mañana…”. J contesta: “sí, en el suelo estaba, al lado de la cama, pero… ¿es que tú no lo estabas leyendo?”. Lo decía por el sitio de donde lo había recogido. Creo que me siguen.

Me resisto a llamar a estas cosas “fenómenos paranormales”, aunque he estado expuesto a alguno de ellos en más de una ocasión (quien lea el blog lo sabe; y también sabe que siempre han tenido explicación científica). Bueno, lo último que me ocurrió en Sedella (estaba acompañado de otra persona, es mi aval), aún sigue sin explicación; pero no me quita el sueño. Ya llegará…

Pero esto del libro me dejó pensando, con una medio sonrisa mientras dormía… ¿Estaría “don Jaime” intentando decirme algo, justo ahora que estoy un poco (sólo un poco) más cerca de publicar con una Editorial, o que estoy dando un pasito más para realizar un proyecto poético-musical que persigo desde hace meses?
Esta mañana, a solas, me he sentado con el libro y lo he abierto por una de las páginas marcadas; una de muchas.

Transcribo:

Gil de Biedma.
Poema: “De Senectude”.
Último verso:
“(…) De la vida me acuerdo, pero dónde está”.

Y ahora comparo… lo que voy a enumerar ahora es anterior al episodio del libro…

Luismi Palma.
Último poema de la selección “El nadador y el asma” (proyecto musical).
Título del poema:
“La SENECTUD del maquinista”.

Luismi Palma.
Poema: “Definición” (en “Poemas (deliberadamente) sueltos”, proyecto editorial).
Último verso:
“(…) Vida: acción y efecto de procurarse una injuria”.

Pues sí, habrá una explicación. Seguro…

Qué divertido es el desempleo…

(Próximamente: cositas en prosa previas al cierre de este blog).