VUELTA DE TUERCA
Yo solía llegar pronto a todos los sitios.
Con una antelación autoimpuesta,
(como heredada, sin pedirla)
y una horda de horas sin sueño
persiguiéndome sin tregua.
El primer impulso, por supuesto,
era el de nadar y tomar la orilla,
levantar el brazo (poderoso),
coronarme así rey, ensayando
(puertas adentro; río abajo)
discursos interminables…
También solía, con el humo,
transportarme a lugares inciertos,
tragarme sus nombres impronunciables
y hasta fingir que todo aquello
podía llegar a gustarme.
Pero ya… no me alcanza.
Foto: Juan Gregorio García Alhambra