Postales de viaje (1).
La insoportable necedad del tertuliano.
Durante mis blogo-vacaciones cometo el error, una mañana-perra, de sintonizar Antena3 en mi televisión y ojear, mientras lío un cigarrillo, el programa “Espejo Público”, presentado por la inefable Susana Grisso. Deben andar muy mal de temas porque, en ese momento, el que copa la conversación del improvisado “saloncito” es el que se refiere a una denuncia que una “madredehoyendía” ha interpuesto contra la profesora de su hija de siete años por “malos tratos” en el cole.
Al parecer, el “adorable” retoño, en una mañana cualquiera en el aula, sacó (con saña) punta a su lápiz y se dedicó a chinchar a su vecinita de pupitre, clavándole la punta de grafito en el antebrazo. Ante las protestas de la susodicha, la profa, ni corta ni perezosa, aplicó una metodología didáctica poco menos que curiosa... Se dirigió a las dos niñas y, solidarizándose con la agredida, invocó la “Ley del Talión” (ojoporojo-dientepordiente), tomó el lápiz y pinchó hasta diez veces (sin clavar ni producir herida, por supuesto) en el antebrazo de la agresora mientras le decía: “¿ves como no es agradable que te hagan esto? Pues no se lo hagas tampoco a tu compañera...”.
Ni corta ni perezosa, la “humillada” nenita, al volver a casa, enseñó a su mamá las marquitas rojas, bañada en lágrimas (y, presupongo, exagerando la situación hasta límites insospechados y adornándola con todo lujo de detalles inexactos...). Mamaíta, ni perezosa ni corta, sacó de su funda su cámara digital y retrató-inmortalizó la “agresión”, para dirigirse después al Centro de Saluz más cercano y obtener el correspondiente parte médico con el que se abanderó en el Juzgado más próximo para reclamar “justicia”.
Obviamente, este pequeño incidente no ha quedado más que en una “anécdota” que no ha pasado a mayores. Se ha demostrado la más que sobrada capacidad de la pedagoga, su falta de “antecedentes” previos y, ya de paso, la imbecilidad de la demanda.
Los que sean compañeros de generación probablemente entenderán por qué saco este tema a la luz, y la medio-sonrisa que me provoca. Es más, no se dan datos, pero le presupongo a esa mamaíta mi misma edad, o aproximada (en torno a la treintena, por arriba o por abajo). Quien me discuta y me niegue que esto es un asunto que debería haberse quedado en el entorno del cole (y no traspasar sus muros para “molestar” a los servicios médicos o a los estamentos de justicia) pues podrá hacerlo y será muy respetable, pero desde luego yo no lo comparto. En todo caso (llámenme extremista, venga) si la madre debía haber ido a algún lugar, era al propio colegio para “felicitar” a la maestra; por muy chungo que suene lo que acabo de escribir... O, a modo de justicia poética y ya-de-perdidos-al-río y para terminar de embarrar todo esto, que existiera una contra-denuncia de la madre de la primera nena “agredida” contra la primera “agresora”. Total...
En fin, tras minutos y minutos copando la parrilla (Buenafuente dixit: “con lo que cuesta un minuto de tele...”), uno de los tertulianos manifiesta que, en su día y sus tiempos, los castigos ejemplares (que no “físicos”) de los profesores estaban al orden del día y tampoco se han creado demasiados traumas por ello, y le pregunta a Susanita si ella ha corrido la misma suerte. La rubia de piernas perfectas contesta (pelín escandalizada) que “por supuesto que no...”, y el tertuliano replica: “pues buena falta te habría hecho...”. Me quedo con eso.