“Hástelo tú mihmo…”
Algunos lo achacan a la crisis, pero digo yo que… ¿cuándo los musiquitos aficionados no hemos estado en crisis…? Me refiero a la proliferación de secciones como las “DIY” (“Do it yourself”) o las “Luthieria” que cada vez más nos encontramos en las “sidebar” de las páginas especializadas en la práctica o toqueteo de algún instrumento musical. En mi caso, se trata del bajo (y, por cierto, normalmente a los bajistas nos encasillan en las páginas de guitarra eléctrica… vale que al bajo se le haya denominado históricamente “guitarra de bajos”, pero creo que ya va siendo hora de desligarnos de eso…).
Este verano, y ante la proximidad de un bolo, cuando me petó uno de los potenciómetros (el de volumen de la pastilla de agudos), me cobraron 25 pavos por una reparación que no hubiera llevado más de 5. Ignorante yo, los pagué agradecido; y sobre todo porque fue Antonio quien la hizo (un saludo para él, Paco, Quini y todos los artistas de ORGANIGRAMA GUITARS, en Málaga), y quedan pocas buenas personas en esos ecosistemas. Al menos, me enseñó como hacerlo de cara a la próxima vez, me aconsejó sobre los cables y “potes” a usar, y me dio un completo tutorial sobre cómo soldar con estaño. Además, me hizo una rebaja bestial en unas clavijas de jack…
Acto seguido, aquella misma tarde, acudí a mi ferretería de confianza y me hice con un soldador de 40W y un rollo de estaño de buena calidad. Mi primer trabajito fue el de elaborarme tres cables a la medida y longitud de mis necesidades, con las clavijas mencionadas antes, y cable de calidad comprado “a granel”. Y hete aquí que me animé y me acordé de ese viejo amigo metido en su funda… mi “Academy” tó puerco que me compré hace diez años en Granada por unas 30.000 pelas (ampli y estuche incluido). Lo daba por muerto, pero bueno… me serviría para ir practicando en la cirugía instrumentera… Potenciómetros nuevos, entrada de jack, cableado especial y la ayuda de dos grandes amigos: Antonio, el bateras de SIN RENCOR (el grupo en el que toco), y DaniB, conocido de Manilva a Maro por su habilidad para soldar electrónica en espacios reducidos… Nos pusimos en marcha (me puse) desmontando pieza a pieza al enfermo, decapando el esmalte original (el bajo era totalmente negro; no tengo apenas fotos, salvo la que veis),
Algunos lo achacan a la crisis, pero digo yo que… ¿cuándo los musiquitos aficionados no hemos estado en crisis…? Me refiero a la proliferación de secciones como las “DIY” (“Do it yourself”) o las “Luthieria” que cada vez más nos encontramos en las “sidebar” de las páginas especializadas en la práctica o toqueteo de algún instrumento musical. En mi caso, se trata del bajo (y, por cierto, normalmente a los bajistas nos encasillan en las páginas de guitarra eléctrica… vale que al bajo se le haya denominado históricamente “guitarra de bajos”, pero creo que ya va siendo hora de desligarnos de eso…).
Este verano, y ante la proximidad de un bolo, cuando me petó uno de los potenciómetros (el de volumen de la pastilla de agudos), me cobraron 25 pavos por una reparación que no hubiera llevado más de 5. Ignorante yo, los pagué agradecido; y sobre todo porque fue Antonio quien la hizo (un saludo para él, Paco, Quini y todos los artistas de ORGANIGRAMA GUITARS, en Málaga), y quedan pocas buenas personas en esos ecosistemas. Al menos, me enseñó como hacerlo de cara a la próxima vez, me aconsejó sobre los cables y “potes” a usar, y me dio un completo tutorial sobre cómo soldar con estaño. Además, me hizo una rebaja bestial en unas clavijas de jack…
Acto seguido, aquella misma tarde, acudí a mi ferretería de confianza y me hice con un soldador de 40W y un rollo de estaño de buena calidad. Mi primer trabajito fue el de elaborarme tres cables a la medida y longitud de mis necesidades, con las clavijas mencionadas antes, y cable de calidad comprado “a granel”. Y hete aquí que me animé y me acordé de ese viejo amigo metido en su funda… mi “Academy” tó puerco que me compré hace diez años en Granada por unas 30.000 pelas (ampli y estuche incluido). Lo daba por muerto, pero bueno… me serviría para ir practicando en la cirugía instrumentera… Potenciómetros nuevos, entrada de jack, cableado especial y la ayuda de dos grandes amigos: Antonio, el bateras de SIN RENCOR (el grupo en el que toco), y DaniB, conocido de Manilva a Maro por su habilidad para soldar electrónica en espacios reducidos… Nos pusimos en marcha (me puse) desmontando pieza a pieza al enfermo, decapando el esmalte original (el bajo era totalmente negro; no tengo apenas fotos, salvo la que veis),
y dejándome la muñeca con el papel de lija. Antonio le dio los últimos retoques a la madera y barnizó espectacularmente cuerpo y mástil. Dani no paró hasta hacerlo sonar, pocos días después, ya que confundimos (jeje, novatos) el esquema de cables. Luego los detallitos: apantallar los habitáculos por dentro con papel especial, pintar las clavijas y los muelles del puente, octavado concienzudo y empezar a grabar la madera de la pala… El resultado, que os muestro, es un bajo totalmente modificado, con un sonido con “cuerpo” y libre de zumbidos; extremadamente cómodo y ligero, y al que hemos bautizado “ACADEMY LDA CUSTOM FENDER P-BASS REPLIC”.
Lo de “LDA” es por nuestras iniciales, “Luismi, Dani y Antonio”.
Precio de la modificación: unos 45 euros aproximadamente (sin contar las horas y teniendo en cuenta que los colegas no han cobrado nada por materiales y tiempo. Eso sí, tienen una cenita pendiente).
El siguiente trabajito (puesto que el resultado ha impresionado bastante a conocidos y allegados) ya está en casa, y es la reparación y sustitución completa de la electrónica de una “Samick”, la de Miguel… luego vendrá la “Storm” de Platero y, cuando haya un poco más de dinero, la modificación de puente y pastillas de mi fiel “Ernie”, el bajo con el que toco actualmente, y al que espero convertir en un auténtico “Fender sound alike”, como su hermano mayor de catálogo, por unos 180 euros (comparar con los más de 900 de precio de compra de su pariente “pijo”).
Que a qué viene todo esto…
A varias cosas: la primera es para desmitificar un poco ese supuesto axioma del “cuanto más caro, mejor” en música. Anunciaba hace poco que SIN RENCOR estaba en la final del Avejoe 2008, que se disputó el pasado sábado 25 en Adamuz, Córdoba. Pues bien, ganamos el primer premio, frente a otros tres grupos. Uno de los integrantes de otro grupo (da igual cual), me felicitaba después del fallo, en la barra, y yo le decía (modesto) que había salido “una actuación muy digna y que cualquier grupo podía haber ganado”. “¿Digna? Vamos, cómo un tío que tiene un bajo de tres mil euros se hace tanto el humilde…” “No, perdona, creo que no lo has visto bien… es un Squier y me costó, hace ya cinco años, unos 360 eurillos”. Directamente, se asimilaba “instrumento caro = buen músico”. Me parece realmente lamentable (como ya en su momento me pareció lamentable la supuesta igualdad “poeta = homosexual”). Por otro lado, estamos acostumbrados a ver cómo algunos músicos que empiezan adquieren auténticos palos-de-conglomerado-con-cuerdas fijándose únicamente en el PVP (yo también lo hice en su día, pero rectifiqué a tiempo), y eso, sin duda, cortará su posible evolución y desarrollo. En el otro extremo, los que empiezan con un “monstruo” del que no pueden sacar ni exprimir todo su potencial y con el que tal vez no estén cómodos, puesto que han puesto más en valor la inscripción en la pala, la marca y el “prestigio” ante otros bajistas que el estilo que tocan o su propia forma de tocar… nuevo “corte de rollo” a la evolución personal.
En definitiva: quien lo lleva dentro, lo sacará con ese “palo” y cuerdas oxidadas, aunque lo sacará mejor con una herramienta de más calidad. Quien no lo lleva, no tocará bien ni con una pianola automática entre las manos… Y quien sea un “mediocre-normalito” como yo y como el 90% de los “tocaores” lo que tiene que buscar es un instrumento con el que esté cómodo, lo modifique él mismo o (previa prueba o miles de pruebas en la tienda o donde sea) venga ya con unas características afines a lo que se busca. Además, y os lo digo por experiencia: no tengáis miedo a toquetear, a curiosear, a explorar, a abrir y cerrar… la satisfacción de hacer algo uno mismo (y nadie como uno mismo lo va a hacer con ese cariño y abnegación) sólo es comparable a la de ahorrarse una pasta gansa para invertirla en birras después del bolo, jeje…
PD: Y, por cierto… ¿cómo no íbamos a ganar con el buen rollo que ya había antes de tocar y que luego siempre se transmite en el escenario… cómo no íbamos a ganar con la peña de amigos que llevábamos animando…? GRACIAS.
El siguiente trabajito (puesto que el resultado ha impresionado bastante a conocidos y allegados) ya está en casa, y es la reparación y sustitución completa de la electrónica de una “Samick”, la de Miguel… luego vendrá la “Storm” de Platero y, cuando haya un poco más de dinero, la modificación de puente y pastillas de mi fiel “Ernie”, el bajo con el que toco actualmente, y al que espero convertir en un auténtico “Fender sound alike”, como su hermano mayor de catálogo, por unos 180 euros (comparar con los más de 900 de precio de compra de su pariente “pijo”).
Que a qué viene todo esto…
A varias cosas: la primera es para desmitificar un poco ese supuesto axioma del “cuanto más caro, mejor” en música. Anunciaba hace poco que SIN RENCOR estaba en la final del Avejoe 2008, que se disputó el pasado sábado 25 en Adamuz, Córdoba. Pues bien, ganamos el primer premio, frente a otros tres grupos. Uno de los integrantes de otro grupo (da igual cual), me felicitaba después del fallo, en la barra, y yo le decía (modesto) que había salido “una actuación muy digna y que cualquier grupo podía haber ganado”. “¿Digna? Vamos, cómo un tío que tiene un bajo de tres mil euros se hace tanto el humilde…” “No, perdona, creo que no lo has visto bien… es un Squier y me costó, hace ya cinco años, unos 360 eurillos”. Directamente, se asimilaba “instrumento caro = buen músico”. Me parece realmente lamentable (como ya en su momento me pareció lamentable la supuesta igualdad “poeta = homosexual”). Por otro lado, estamos acostumbrados a ver cómo algunos músicos que empiezan adquieren auténticos palos-de-conglomerado-con-cuerdas fijándose únicamente en el PVP (yo también lo hice en su día, pero rectifiqué a tiempo), y eso, sin duda, cortará su posible evolución y desarrollo. En el otro extremo, los que empiezan con un “monstruo” del que no pueden sacar ni exprimir todo su potencial y con el que tal vez no estén cómodos, puesto que han puesto más en valor la inscripción en la pala, la marca y el “prestigio” ante otros bajistas que el estilo que tocan o su propia forma de tocar… nuevo “corte de rollo” a la evolución personal.
En definitiva: quien lo lleva dentro, lo sacará con ese “palo” y cuerdas oxidadas, aunque lo sacará mejor con una herramienta de más calidad. Quien no lo lleva, no tocará bien ni con una pianola automática entre las manos… Y quien sea un “mediocre-normalito” como yo y como el 90% de los “tocaores” lo que tiene que buscar es un instrumento con el que esté cómodo, lo modifique él mismo o (previa prueba o miles de pruebas en la tienda o donde sea) venga ya con unas características afines a lo que se busca. Además, y os lo digo por experiencia: no tengáis miedo a toquetear, a curiosear, a explorar, a abrir y cerrar… la satisfacción de hacer algo uno mismo (y nadie como uno mismo lo va a hacer con ese cariño y abnegación) sólo es comparable a la de ahorrarse una pasta gansa para invertirla en birras después del bolo, jeje…
PD: Y, por cierto… ¿cómo no íbamos a ganar con el buen rollo que ya había antes de tocar y que luego siempre se transmite en el escenario… cómo no íbamos a ganar con la peña de amigos que llevábamos animando…? GRACIAS.