viernes, 31 de agosto de 2007




YO VENGO...

Yo vengo de un lugar desde el cual
se avistan, desde los terrados,
los latidos de los que sufren y se lo callan...

Yo vengo de un cuaderno en el cual las letras no dicen nada,
en el cual las palabras nunca dijeron nada,
en el cual los finales nunca se escribieron...

Yo vengo de un corazón donde tú nunca estuviste...

miércoles, 29 de agosto de 2007



De cuando es una auténtica PUTADA...

Tenía 22 años y su novia está embarazada de siete meses...

Iba a escribir sobre muchos comentarios que he escuchado desde ayer a las 14.30, cuando ya era oficial su fallecimiento: que si hay otros jóvenes que también mueren injustamente (y es cierto) en Irak o Afganistán, incluso con menos edad, y más injustamente; muertes que no llegan a tener la misma repercusión mediática... que si la genética no perdona y era algo inevitable... Pero ante ese tipo de situaciones (no menos dramáticas) el pueblo, los ciudadanos, tenemos una respuesta posible, tangible: la de tomar las calles (como ya hicimos); expresar nuestra rabia esperando una reacción, un cambio político, de rumbo...

La muerte de un deportista de élite en el terreno de juego, por contra, parece algo "frívolo" y que para algunos engrosa las filas de los asuntos anecdóticos o secundarios en sus escalas de valores...

Yo me quedo con lo humano, con la primera frase de este post. Y la muerte de Puerta me ha tocado profundamente los cojones y me ha provocado la misma rabia y las mismas lágrimas de impotencia que me puede producir cualquier muerte de cualquier ser humano. Porque todas las que llegan "antes de tiempo" son incomprensibles, porque todas son injustas por igual: en un campo de fútbol, en un campo de minas o en un andamio. Porque también soy joven, andaluz, y también en un momento dado casi fui padre...

Descansa en paz, Antonio...

Declaración de amor...

Me da igual que lo nuestro sea imposible... estoy enamorado de ti hasta la médula. Tú, sólo tú consigues que mis noches, mis madrugadas cobren sentido. Sé que es a mí a quien miras a través de la pantalla y, a veces, hasta creo distinguir una sonrisa picarona o un guiño de complicidad en tus ojos. Hace poco estuviste ausente un tiempo (supongo que por tus vacaciones) y ya nada fue lo mismo... Pero volviste. He llegado a ponerme celoso porque me ha parecido comprobar que, desde que Rafa te dedicó un post ficticio, ahora te pones más guapa. Y me da igual... yo te compartiría con él incluso...


Pero esta declaración no es ficticia, Ana... Te quiero... ahora adoro la actualidad nacional, internacional, la económica, la de deportes... y me da igual que tu conversación sea repetitiva y, cada media hora, siempre me digas lo mismo... Yo espero cada madrugada como agua de mayo tan sólo para verte e imaginarte entre mis brazos, imaginarte proclamando ante la España noctámbula e insomne lo nuestro... Para callarte con mis besos...

Una cosa te pido, te ruego, te imploro... no hagas como Maxim Huerta, que también empezó en el informativo de madrugada de Telecinco, y ha acabado de maruja en un magazín mañanero... Tú no, Ana... tú nunca, pordiostelopido...





(Ains, ahora mientras escribo esto ya repites por decimoséptima vez la noticia de la subida del Euribor... cómo te gusta martirizarme, mi amor...)

martes, 28 de agosto de 2007

Homenaje…

Un chico le pregunta a otro en el FIB: “Oye, ¿Quiénes son los de este grupo, que al cantante no se le entiende un carajo...?”. “Son LOS PLANETAS, y tu comentario no hace más que confirmar que ha sido un gran concierto...”.

Hubo un tiempo en que, en C/. Santa Ana, en Granada, justo al lado de los baños árabes, se podía leer una pintada hecha con spray negro: “Los planetas son chupis”. Supongo que ya la habrán borrado, aunque yo la propuse como lugar de peregrinación. Siempre iba al “Amador, por si apareces” (vivía al lado), pero al final me terminé encontrando a “J” en el “Peatón”, una noche de jueves, pidiendo una Heineken en la barra. Y pude comprobar que no mordía...





PD: Si te gusta la batería, no puedes dejar de ver a Erik Jiménez en directo...

lunes, 27 de agosto de 2007


De cuando las neuronas se achicharran...

Algunos, se empeñan siempre en pensar demasiado MAL.

Otros, dedican su vida al ejercicio, único, de pensar exclusivamente BIEN.

Casi nadie (sic), lucha por pensar moderada y prudencialmente REGULAR.

sábado, 25 de agosto de 2007


No és suficient...

L'estiu se n'ha anat sense deixar cap epitafi.
Continua sent calent el sol,
però no és suficient.


Tot el que podria haver estat realitat,
com el tacte d'un borrissol a la palma de la meva mà...
però no és suficient.


No es van menysprear les bones conseqüències de cap malament.
El món es va il·luminar festiu,
però no és suficient.


L'eternitat empenyent-me, cuidant-me, fent-me riure.
Jo era realment feliç,
però no és suficient.


Sense fulles que es panseixen,
sense branques trencades.
El dia com un vidre net i clar.
Però no és suficient.

La importancia de llamarse como una serpiente mayúscula...

Ellos son “Bôa”, un grupo londinense formado por los hermanos Jasmine y Steve Rodgers (de origen japonés, como se puede apreciar), además de otros tres fantásticos músicos, y que batallan en esto de los directos desde hace ya catorce años.


Y ella es “BoA” (Boa Kwon), la nueva sensación koreana del K-pop y el J-pop (pop koreano y japonés, respectivamente; sí, son etiquetas de reciente creación).


Jasmine nació en el 76, y Boa Kwon en el 86. Sus estilos son totalmente diferentes. La segunda canta en koreano, chino, japonés e inglés. La primera no domina su lengua materna, pero sí la de su país natal, y su garganta (que ejercita y exhibe en público desde los 17 años junto a su hermano y compañeros) emite los más dulces sonidos en la lengua de Shakespeare... Sus estilos son radicalmente opuestos. Kwon es una solista con un público prioritariamente adolescente, “carne de fans” y de otakus. Actualmente está a punto de protagonizar un culebrón koreano (Korea del Sur, of course, por si alguien lo dudaba...). Los Rodgers no terminan de dar el salto fuera de sus fronteras... hasta que llegó el ANIME...

Os cuento todo esto porque, a las casi dos horas de navegar y navegar, al fin he conseguido “desfacer” el entuerto... Resulta que, cuando acaba (siempre me parece que demasiado pronto, pardiez) mi esperado y diario capítulo de “Queer as Folk” en Cuatro, comienza “Lain: experimentos en serie”, una de las mejores series de anime con las que nos obsequia la Cuatrosfera a los noctámbulos (al igual que “Samurai Cham Ploo” o “Fullmetal Alchemist” no hace mucho). Su tema de cabecera es simplemente brutal... al fin, hace dos noches, entre los créditos, pude ver un nombre occidental escrito tal que así: “BOA”. Decidí hoy investigar y conseguir esa canción de la Red.

Sólo es un signo de puntuación y una mayúscula, pero el caso es que en numerosos foros monotemáticos e incluso en varias emisoras de radio digitales me enviaban hacia la señorita Kwon. El remate fue cuando en cierta página se mezclaban temas tanto de la banda como de la solista, como si de una sola “entidad” se tratase... Un buen samaritano (como no, en un BLOG; ains....) aclaraba el asunto y daba los links correspondientes para visitar las “Official Sites” por separado, además de descubrir al fin el nombre del tema: “Duvet”, y transcribir su letra (Gracias, amigo...). Ya sólo era cuestión de hacer doble click sobre el “Soulseek” (la mula no me va bien) y descubrir hasta una versión acústica bellísima del mismo track... (Os lo recomiendo vivamente... por cierto, también podéis poner Boa, sin el signo de marras...).

Lo que no deja de ser curioso es que una productora japonesa elija a una banda londinense para el “Op” de una de los mejores animes de los últimos años, en lugar de a la veinteañera oriental (y suculenta, por cierto; lo siento, a Jove le van los tacones, a mí las orientales... es una filia que tengo ya muy asumida). La calidad, amig@s, es la calidad a fin de cuentas... Esperanzador...

viernes, 24 de agosto de 2007


Un paseo desconcertante...


La astenia. La desidia. El verano húmedo y lapidario de aquel maldito Estado. El pintalabios de Lizy a la vista. Siempre. Hacía ya más de dos meses que el bueno de Joe criaba malvas y que Emilio se autodestruía injustificadamente dentro de su apartamento de la 21th Street, ese del que nunca quiso mudarse por si... por si nada, a fin de cuentas.

Más de dos años y medio viviendo en un estado de “espora”... –recapitulaba- para volver a salir al mundo, a hacer las paces con todo lo que me rodea, para ver y abrazar a un amigo, a un hermano que muere esa misma tarde casi en mis brazos; para resucitar, innecesariamente, todo lo que me llevó casi a matarme... ¿Qué más quedaba ya por perdonar, Dios mío?¿Qué quería decir Joe con eso de que ya no podía permanecer más en silencio?¿Por qué Lizy escribió aquello de “lo necesario de sus actos”?

Acababa de ponerse el sol y refrescaba. No era la brisa marina del Mediterráneo, aquella que su memoria olfativa se empeñaba en recordarle periódicamente. Pero aliviaba los rigores del estío.

Emilio se dio una ducha inútil (secándose con la toalla ya brotaban, instantáneamente, nuevas gotas de sudor desde su frente), tomó el pintalabios de Lizy y lo metió en un bolsillo de su pantalón, tras vestirse, y salió a la calle con el firme propósito de tomar un helado y pasar un par de horas paseando por la ciudad. Cuando encontró una papelera, arrojó dentro de ella el cosmético, con determinación.

Su físico de púgil fuera de los rings era simplemente imponente. Aunque poco después de la desaparición de Elizabeth, Emilio desapareciera a su vez de la competición para siempre (tenía por entonces ya unos 32 años, pero mucho boxeo aún en sus guantes), nunca dejó de cuidar su cuerpo; a solas, enclaustrado, como una vía de escape, como una forma de canalizar su ira, su rabia y su impotencia. Así durante más de una década... Caminando por el puente del “First Century”, el Sansón latino despertaba admiración a su paso.

Había vuelto a fumar no hacía mucho, pero su adicción no era excesiva, y estaba ligada al consumo de alcohol, del que hizo uso durante demasiado tiempo... Tanto que, casi tres años atrás, colmó la paciencia de Joe, su fiel Joe, del que se alejó paulatinamente para, en el fondo, no suponerle una carga. Ahora había decidido parar, estaba cansado... Lo de la otra noche, la del sueño, fue una excepción; algo que no se repetiría ya nunca más... Y la vida le volvía a dar otro golpe justo ahora; un uppercut en toda regla, directo al mentón... pero no, no buscaría el refugio de la botella, de la barra, del narcótico barato. Ya nunca más...

Había subsistido durante todo ese tiempo gracias a lo que ahorraron Lizy y él en los buenos años. Ahora agradecía en secreto la prudencia de ella, su instinto de conservación, sus “bajadas a tierra firme” cuando sobraba pero ella advertía de que podría llegar el tiempo en que faltara... Pero eso no duró demasiado, así que Emilio buscaba salario en cualquier lugar, siempre esporádicamente y a tiempo parcial (fines de semana especialmente ajetreados en el Mercado, contratos temporales en el Servicio de Limpieza del Ayuntamiento...). Cuando alguien le reconocía, no podía dar crédito: Emilio López, el “Tornado Ibérico”, postergado a los efluvios de pescado y fruta madura, a las excrecencias de los contenedores de materia orgánica, al reparto publicitario o a la esclavitud del volante de camiones de carga de muebles de mudanza...

Sí, por supuesto que mil y una veces intentaron convencerle para que volviera al cuadrilátero, bien en combates de exhibición, bien como asesor o entrenador de futuras glorias... Incluso tuvo una oferta tentadora por parte de un agente de Wrestling... No fueron pocos los intentos de hacerle publicar un libro con sus memorias para poder vivir de sus rentas o de los “tours” promocionales. Joe, por activa y pasiva, le rogó que trabajaran juntos en su GYM, incluso le ofreció una jugosa participación en el negocio... Pero Emilio no quería involucrarse en nada que tuviera que ver con el boxeo. Necesitaba poco para vivir (y así lo demostró), y nunca le faltó un plato de comida casera en casa de la tía de Joe, junto a su amigo, ni en el Dinner de Margareth, la dulce Margareth, lo más parecido a una abuela que Joe tuvo en los USA y que se hacía cargo de aquel local situado justo bajo su apartamento, en la calle 21, desde hacía ya décadas. Cuantas noches él, Lizy y la buena de Margareth habían tomado un último coffee a puerta cerrada, entre carcajadas y anécdotas de la infancia de Emilio que las dos, casi a coro, le rogaban que contara. Cuantas noches, tras la despedida y el cierre, y el cartel de “Closed”, Lizy y él habían subido las escaleras abrazados, besándose, hasta llegar a la cama y dormir entrelazados...

¿Volver a España? No... No podía, por si... por si nada, a fin de cuentas... Aunque bien era cierto que aquella noche, mientras se dirigía hacia la Bakery del 27 del MidEast Corner, para tomar un cucurucho de helado de café, reconsideró dicha opción.

Sólo cuando estuvo casi en el umbral de la puerta de la tienda de confites, cayó en la cuenta de que la buhardilla de Joe se situaba a pocos metros calle arriba. La buhardilla en la que compartió aquellos primeros años con el gigantón del barrio de Greeblech. Entonces no supo por qué había escogido inconscientemente aquel establecimiento, aquel lugar, y se quedó inmóvil en la acera, llamando la atención de una pareja que estaba sentada en un banco, justo enfrente. Se bloqueó, incapaz de articular palabra o movimiento, tratando de calmar el torbellino que crecía en su estómago y que amenazaba con subir hasta su cerebro.

¿Se encuentra bien?- preguntó la chica, guardando una prudencial distancia...

Sí, sí, tranquila... -respondió Emilio que, efectivamente, había recobrado la compostura y había conseguido ahogar la pena que se precipitaba hacia los ojos desde el momento, justo hacía unos segundos, en que dirigió la mirada hacia el número 36- No es nada, sólo un mareo, supongo que por el calor- mintió, con una sonrisa forzada.

Giró sobre sí mismo y avanzó hasta entrar por completo en el establecimiento, cuando una pequeña y enjuta figura se tropezó con él, clavando la cabeza llena de pelo grasiento y mal peinado en su pecho.

Oh, lo siento mucho, perdone...-se disculpó Emilio cuando cayó en la cuenta de que aquel individuo no era otro sino Juanito, el “mozo” de Joe en el GYM de South Avenue.

Vaya, Juanito, el mundo es un pañuelo- espetó, tomando al puertorriqueño de los hombros con fuerza, en señal de afecto.

No, señor Emilio, usté se confunde... Por favor se lo pido, déjeme marchar, ya déjeme marchar, yo no sé más que lo que le contó el pobre señor Joe aquella tarde... ya nunca volvió a apareser por el GYM, se lo juro, señor Emilio...

Y Juanito, con la tez pálida y presa de los nervios, corrió tanto como pudo, huyendo de un perseguidor que nunca pensó en perseguirle, y que volvió a quedarse clavado en el suelo, más confundido de lo que nunca pudo haber estado en toda su vida...

jueves, 23 de agosto de 2007


La nota


“Emilio... mi Emilio. No me busques más, por favor, no vas a lograr nada, no debes lograr nada o todo va a ser peor para los dos... No te atormentes, no busques explicaciones. Tú no has fallado, tú nunca fallaste.

Milito... mi Emilio, ¿qué hubiera sido de mi si no te hubiera tenido tan cerca todo este tiempo...? No me esperes, amor, no voy a regresar, es mejor que los dos nos hagamos cuanto antes a esa idea. Ojalá algún día pudiera explicarte por qué estoy haciendo esto, ojalá algún día lo supieras y me perdonaras...

Hasta siempre, Emilio. Soy consciente del daño que te estoy haciendo, pero también de lo necesario de mis actos. Tú me has enseñado a levantarme desde la esquina... Sé que Joe cuidará de ti y tú de él.

Te amo,
Lizy”

Y luego, la caída libre y el abismo...

martes, 21 de agosto de 2007


De cuando el barrio unía...

Recuerdo cuando estabas haciendo una reforma en tu casa, y te faltaban unos sacos de yeso para poder terminar, y no tenías dinero ni para comprarlos. Ni nosotros, por supuesto...

“El pelos” (así es como le llama mi madre) había localizado una obra sin vigilancia en el pueblo de al lado. Cerca de la carretera, había palets de cemento, yeso y escayola. Aquella misma noche, ya casi de madrugada, toda la “trupe” se montaba en tu destartalado coche para llenar el maletero...

“El calvo” (Dios, qué habrá sido de él...) se apostaba, vigilando, unos metros carretera arriba; la orden era dar un toque al móvil si alguien se acercaba en coche. Ya pasaríamos a recogerle cuando la mercancía estuviera a buen recaudo. Llegamos al punto señalado y ¡horror!, un bareto todavía daba cobijo a los borrachines de entre semana, a pesar de la hora. Había movimiento y demasiada luz, pero teníamos que jugárnosla, o no terminarías nunca la reforma que tanta falta te estaba haciendo. Al fin y al cabo te lo debíamos, tú que siempre habías estado junto a nosotros en las peores y en las malísimas...

Con el mayor de los descaros, nos dirigimos hacia el palet, abrimos el maletero, corrimos la valla metálica y formamos una cadena hasta llenar ya no sólo el maletero, sino todo el vehículo. Con las pulsaciones a dos mil por minuto, recogemos al pelón y aceleramos hasta la salida del pueblo. Yo me tengo que sentar sobre uno de los sacos, y las rodillas me llegan, aún así, casi a la altura de los hombros, al apoyar mis pies sobre otros sacos que también hemos colocado en el suelo. Pienso que si la Guardia Civil nos para en el camino de vuelta no vamos a saber cómo explicarlo, pero las carcajadas de mis compinches me hacen despreocuparme. Me ha parecido ver a alguien en una ventana, observando nuestra rápida maniobra, pero no lo comento.

Conducías con una sonrisa en tu cara, con tu gorro de lana calado hasta la mitad de las orejas. Supongo que acababas de confirmar (porque ya lo sabías) que siempre íbamos a estar ahí para lo que hiciera falta.

Cuando llegamos a Greeblech, cada mochuelo a su olivo. Ya disfrutaríamos de unas cervezas en tu piso más adelante, cuando todo estuviera en calma...

Ahora, mi plan maquiavélico y psicótico para destruir la sociedad “civilizada” occidental está casi concluido. Espero que tú me ayudes pronto a culminar mi obra, tal y como yo te ayudé a acabar la tuya, HERMANO...

PD: Doy gracias, cada día, cada noche, por venir de donde vengo...

lunes, 20 de agosto de 2007


Dan que pensar...

En un curso de Inteligencia Emocional, nuestra monitora nos contó una historia sobre un padre y un hijo. El hijo era un chico problemático que no paraba de meterse en líos y de insultar a sus semejantes, de crear malas situaciones... La familia vivía en una casa de campo rodeada por una gran cerca de madera.

Cierto día, el padre tomó al hijo del brazo, muy disgustado y hastiado por la situación y le espetó: “¿Ves esta cerca? Pues a partir de mañana mismo, cada vez que te metas en un lío o tu actitud haga daño a alguien, clavarás un clavo en ella...” El hijo se quedó un tanto sorprendido por la escasa magnitud del castigo, así que aceptó de buen grado la orden.

En cuestión de meses, la cerca quedó llena de clavos, conforme el joven empezaba a madurar y a hacerse adulto.

Un tiempo después, el padre y el hijo volvieron a reunirse junto a la cerca. Esta vez, el padre dijo: “A partir de ahora, hijo, cuando tus acciones beneficien o ayuden a los que te rodean, sacarás un clavo de la cerca...”.

Hubieron de pasar años y años hasta que la cerca quedó limpia de metal.

El padre, que ya era anciano, y el hijo, que ya era padre, se reunieron de nuevo a la entrada de la casa familiar y se quedaron en silencio mirando hacia el cercado. El hijo le dijo al padre: “Ha costado mucho tiempo, pero al fin desclavé el último”. A lo que el padre contestó, señalando hacia los agujeros que permanecían como testigos mudos de aquella lección: “Sí, hijo, pero... ¿es la misma cerca?”.

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La moraleja o la enseñanza que encierra esta sencilla historia están muy claras. Saber contar hasta diez, proyectarnos hasta las consecuencias de nuestros actos es una tarea difícil, enorme, ingente; pero nos corresponde intentarlo. Se perdona pero no se olvida, dicen. Lógico. Perdonar conlleva conservar en nuestra memoria los “agujeros en la madera”, saber que están ahí y, sin embargo, valorar el papel y la importancia de la cerca, su funcionalidad, su razón de ser. Saber abrirla cuando debemos abrirla y cerrarla cuando es oportuno, pero nunca a cal y canto...



PD-promo:

Un buen verano de “bolos” (para estar recién empezando a presentar la maqueta, claro... la andadura del grupo ya era extensa antes). Destacaría este último, del cual os adjunto foto en pleno directo, en la canción “A la sombra de mi inspiración”; lo hago porque es “fácil” ser profeta en tu tierra en esto de la música, pero cuando tocas en un Festival donde no te conoce nadie, y el público no para de pedir “otra”, y llegan a increpar al técnico de sonido y a la organización por cortarnos a la media hora... eso es, sencillamente, la hostia... El chico rodeado por un círculo amarillo os sonará de algo, espero. Es un bajista aficionaducho que han incorporado ahora y que está medio loco y escribe cosas de rimas y de blogs... Si quisierais saber algo más del grupo en general, descargaros algunas canciones, las letras, etc., no tenéis más que cliquear

http://www.myspace.com/desinrencor



martes, 14 de agosto de 2007


Demasiado tarde... (Ficciones, mas no "Borgianas"...)

La he dejado en la cama mientras escribo esto. Dios, ¿Por qué le he abierto la puerta? ¿Por qué la he dejado entrar? Las palabras de Lynn, en un comentario de otro post, de otro blog, retumban en mi cabeza: “Mejor así; la deriva emocional nunca te llevaría a buen puerto”. ¿Qué diablos estoy haciendo? Me da asco, me produce nauseas la idea de dormir junto a ella hasta mañana, cuando tenga que llevarla a su casa antes de que se incorpore a su trabajo. He cerrado la puerta, he encendido el ordenador, y dormiré en el sofá hasta que suene la maldita alarma del móvil...

Me inclino a pensar que la vida se reduce a una sucesión de ciclos que se repiten indefinidamente. La última vez, justo después de “echarla” de mi vida, apareció la musa y se adueñó de mi alma. Y nunca fui más feliz. Quizás... Pero no, eso no va a volver a pasar, no tendré tanta suerte...

¿Por qué nos bebimos tantas cervezas en el local del concierto? Joder, parezco un niñato inconsciente. El verano, Luís, no te da carta blanca para permitirte todos los excesos, eso deberías haberlo aprendido hace ya muchos años. Además, qué fácil ahora culpar al alcohol, cuando tú ya sabías que esta chica, por muy bien que te hiciera correrte, es cualquier cosa menos “recomendable”. Acuérdate de la última vez, acuérdate del precio que tuviste que pagar... veintitantos años, Luís... parece mentira.

Acaba el post, entra en la habitación, despiértala, y llévala a casa. Mañana retomarás tu vida y tu cruzada por recuperarla a “ella”, a la musa. Mañana nacerás de nuevo, en calma, en paz contigo mismo. Mejor hijodeputa a tiempo que dejar que esto ocurra de nuevo. Toma las riendas, Luís, tómalas por lo que más quieras, o no vas a acabar esta carrera ni en un millón de años...

¿Y si te atreves, como ya lo hiciste hace no mucho, a hacerlo de nuevo...?

¿Y si todo lo que acabo de escribir no es más que una ficción que se nutre de una soledad malsana y de una nostalgia recurrente?

Quién sabe...


(PD: Necesito volver a estar contigo... creo que es evidente...)

lunes, 13 de agosto de 2007


La meva pena eterna...

Amas a alguien con toda tu alma, con toda la fuerza que atesoras dentro de tu cuerpo. Y te apoderas del suyo, que se fundirá con tu pecho, y le haces el amor con una pasión que hasta ese momento desconocías que podías albergar.

Le entregas tu vida, todos tus esfuerzos, tus mejores deseos y las palabras más sinceras que de tu boca pudieran salir a lo largo de tu vida. La miras con ternura y sientes deseos de llorar de agradecimiento, de humildad, de inmerecimiento por haber tenido la inmensa fortuna de toparte con ella en tu camino, de que quisiera convertirse en tu compañera de viaje.

Te sacrificas, lo sacrificas todo: tu tiempo, tus energías, tu destino... y no pides nada a cambio, porque en realidad no estás dejando escapar nada, porque ahora sólo hay un tiempo, un reloj en común; porque tus energías y las suyas se unen en una sola marea poderosa; porque tu destino era encontrarla.

La retienes en tus ojos, en tus oídos, en tus manos, en tu espalda. Ya todas las cosas tienen su nombre, todos los objetos su tacto, todo el alimento su sabor; en todas las nubes su rostro y en todos los sonidos su voz llamándote para que vuelvas cuanto antes a abrazarla y a protegerla de los mil peligros que la acechan.

Y un día, te abandona. Un día, da igual cual, ya no hay nada. Querrás saber el por qué y, poco tiempo después, lo sepas o no, ya te habrá dado igual.

Te sentirás descalzo y perdido y mirarás desde el precipicio buscándote a ti mismo, intentando encontrar quién eras, rastreando tus propias huellas; y darás cobijo, momentáneamente, al deseo de saltar lejos para hallarlas.

Querrás tenerla cerca, al principio. Te resistirás a la certeza, a la verdad cruda y hedionda que te persigue cada segundo. Derramarás toda tu sangre en sueños y todas tus lágrimas en tu rincón. Y luego querrás arrancarte de la piel sus besos, sus caricias; extirparás vanamente de tu cerebro sus palabras, su aroma, que ya sabes que siempre permanecerán indelebles. Al final, vivirás con ellos, pactarás con tus fantasmas; y un día, da igual cual, besarás su mejilla y aprenderás a caminar firme e impertérrito a su lado mientras el veneno de tu estómago se apodera de tus venas y tus arterias. Será la noche, sino del último llanto catártico, sí del más puro.

Y volverás a amar, tenlo por seguro. A amarla de nuevo. A amar a otra. Quién sabe; da igual cual. Tenlo por seguro...

viernes, 10 de agosto de 2007



Memoria muscular...

Un tipo adivina que una chica se está divorciando porque no para de palpar con su dedo pulgar su dedo anular, recorriéndolo de arriba abajo en un acto reflejo que se repite cada pocos minutos y que trata de evocar ese automatismo que todos y todas tenemos de toquetearnos con ese dedo en concreto los anillos que nos colocamos.

La llamada “memoria muscular” dura, como promedio, dieciocho meses en los seres humanos, y está referida a movimientos repetitivos que hemos adquirido con nuestras vivencias diarias, no a los instintivos y propios como, por ejemplo, el de mamar o el de articular los dedos de los pies o el de pasar la lengua por la superficie de los dientes.

Y es que, cuando alguien se te enquista de verdad, hasta la actina y la miosina suspiran de añoranza...

jueves, 9 de agosto de 2007


La Busca (del ventilador) y otras paridas de agosto...

Agosto es un mes olvidable y que deseas que pase lo más rápidamente posible cuando eres un tipo que constata que está mejor trabajando que de vacaciones, puesto que no tienes a NADIE con quien compartirlas, bastante poco dinero y, para colmo, eres prácticamente el único soltero y sin compromiso de tu grupo de gente.

Agosto es una putada de mes donde (joder) la blogosfera (salvo las honrosas excepciones de l@s prim@s) se muere, y nadie actualiza su blog y, mucho menos, te lee o deja comentarios en el tuyo.

Pero agosto también puede ser un mes para dejarse llevar por los conciertos de buena música (Festival de Blues de Cazorla, Lemon Pop, los bolos de mi grupo, ejem...) o para leer y escribir cuatro cosas medianamente interesantes (y no, no me refiero a estos posts...). Fantástico también para dejarse atar por las ligaduras de un insomnio cuasi crónico y un noctambulismo compulsivo...

En esas estaba la otra noche releyendo del tirón “La Busca” de Pío Baroja cuando llego a ese “click”, a ese momento en que Manuel, el hijo de la Petra, decide que hasta aquí hemos llegado. Y en ese momento, comienza a aceptarse. Concluye una “busca” y comienza otra aún más apasionante que el señor Baroja ya dejará al libre arbitrio y a la imaginación de todos los lectores...

Me gusta cómo Baroja hace accionar ese resorte con sólo una frase que encierra mucho más de lo que parece; porque en el fondo, no viene más que a demostrarnos que (al margen de épocas o de fechas) nuestra sociedad está destinada, si no es capaz de cambiar de derroteros, al más absoluto de los fracasos morales y éticos.

Porque a las personas nos juzgan por nosotras mismas, en lugar de por nuestros actos. Y esto, lo siento, me parece tremendamente INJUSTO.

Esto anula toda posibilidad de rectificación, todas las opciones de redimirse y aprender de los errores... Sí, me han cogido, lo han adivinado... en las próximas líneas ejemplificaré esto con una de mis antológicas “cagadas” en la que, oh sorpresa, una chica andará por medio (soy previsible, lo sé, pero es que hace un calor de la ostia...).

En un post de Rafa leo “cada vez que recuerdo cómo la perdí, me pregunto cómo pude ser tan inframental...”. Yo no pienso así. Yo ya la había perdido, pero tampoco merecía ser condenado con la certeza de que ya nunca iba a poder recuperarla tan sólo por haber cometido un error estúpido y perfectamente justificable. Sin embargo, el concepto “Luismi” ya había perdido todos los enteros de la historia del álgebra. No way man, ya no hay marcha atrás. Lamentable...

Hesse hablaba de una sociedad “atomizada y deshumanizada”, especialmente en “El lobo estepario” (lean a La Mujer Justa, alter-ego de Desesperada para una gran reseña de esta novela). Yo creo que nos venimos enfrentando desde hace tiempo a una “sobrehumanización” que no deja de ser tan peligrosa como su polo opuesto.

Joder, ¿por qué no dejamos de una puta vez de quitarle importancia a las cosas que realmente no la tienen? ¿Cuántas “ejecuciones” más en nombre del orgullo? (Proclamo).


PD: Como diría Gorka... “¡No hay huevos de dejar un comentario!”.

miércoles, 8 de agosto de 2007


PÉNDULO

¿Por qué?
¿Por qué no vienes?
¿Por qué no vienes aquí?
¿Por qué no vienes aquí si me tienes?
¿Por qué no vienes aquí si me tienes y ya sientes
que estuviste tan cerca?

¿Y si llueve en tu espalda
por qué no llegas a mí y te secas con mi silueta?
¿Por qué no llegas a mí y te secas?
¿Por qué no llegas a mí?
¿Por qué no llegas?
¿Por qué?


A "Q"...

martes, 7 de agosto de 2007



De cuando el plan “Renove”...

La cola de la Avda. Juan Carlos I hasta tomar la entrada a la autovía. Todo un clásico en estas fechas. “The Bends” sonando en el coche y los congelados de la compra descongelándose en el maletero. Cigarrillo en la comisura de los labios y ventanilla abierta hasta el tope. Hora vespertina.

A mi izquierda, un Peugeot 406 color verde botella y, frente a su volante, la diosa. Arquetipo indio americano, nariz perfilada y prominente sin llegar a ser exagerada. Gafas de sol llevadas con estilo, pelo castaño oscuro lacio, larguísimo, recogido en una “cola de caballo” con una goma de color azul marino. Alta (yo diría que casi como yo, más o menos 1.85 metros). Senos proporcionados brotando de un top blanco de tirantes de lino (lástima de cinturón de seguridad...).

La miro. Me mira. Se sonríe. Continuaremos parados un par de minutos más.

En la ventanilla derecha trasera, una tira de papel blanco pegada con celo por dentro con la cita:

“¿TE INTERESA?”
651 XXX XXX


Sí, ya lo creo que me interesa...

lunes, 6 de agosto de 2007



Ucronía.
1. f. cult. Reconstrucción lógica, aplicada a la historia, dando por supuestos acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder.

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O sea... ¿Qué hubiera pasado si los nazis hubieran ganado la II Guerra Mundial?, ¿cómo sería Europa hoy día? ¿Y si no hubiera caído ese meteorito en el golfo de México dando lugar a la extinción masiva de especies hace millones de años?

Son, me imagino, los primeros ejemplos que se nos pasan por la cabeza, los grandes hechos, los más grandilocuentes o más “sonados”. Sin embargo, en la definición de la RAE mostrada arriba, hay dos palabras que me llaman la atención poderosamente: la primera es “historia”, en minúsculas, no “Historia” como disciplina académica. La segunda es “lógica” y es la que me hace preguntarme hasta qué punto puede ser lógica o cuando menos objetiva la interpretación de quien reconstruya toda una concatenación de hechos partiendo de una base hipotética; hasta qué punto se pueden dejar al margen las preferencias personales o los anhelos más puramente subjetivos, el “me hubiera gustado que hubiera ocurrido de tal o de cual forma...”.

Al final no deja de ser un juego, supongo.

La RAE, los expertos, le dan nombre a uno de los pasatiempos más antiguos del ser humano: imaginar cómo podía haber sido nuestra vida o la de los que nos rodean si, en un determinado momento muy puntual no hubiéramos abierto la boca o no la hubiésemos cerrado; si hubiéramos aprobado aquel examen o comprado aquel décimo de lotería cuando pasamos por aquel bar (y luego lo vimos por televisión un mediodía de diciembre; la más completa de las algarabías, la felicidad –supuesta- manchada de cava; a mi me ha pasado).

Yo me he acordado de algo muy concreto. Estamos acostumbrados a ver y escuchar en las series de televisión, en las telenovelas o en los filmes románticos la escena en la que el chico (invariablemente siempre es el chico), presa de una especie de enajenación mental y sentimental, ofrece a la chica la posibilidad de “marcharse juntos, a cualquier lugar, y empezar de nuevo; dejarlo todo atrás”. Cosa rara en mí, siempre he esbozado una media sonrisa de incredulidad cuando he presenciado como espectador dicho acto (también invariablemente presente en todo guión de medio pelo que se precie de serlo).

Pero me tocó protagonizar esa escena en la vida real hace tan sólo cuatro meses y medio. Creo que cuando terminé de articular y hacer audibles las palabras, ni yo mismo terminaba de creerme que lo hubiera hecho. Pero así fue. Y fue uno de los ofrecimientos más sinceros y visceral-no-exento-de-cierta-dosis-de-racionalidad-no-obstante que he hecho en mi existencia. La respuesta al mismo no fue del todo descorazonadora ni frustrante, sino que se cimentó en el paso de un cierto tiempo prudencial (para terminar de aumentar, por supuesto, la angustia y el suspense que ya de por sí exhalaba todo el conjunto global de la situación).

El final de este episodio llegó antes de lo esperado, dejando en el aire la posibilidad que acababa de ver la luz.

Y nunca hasta hoy me había parado a elaborar mi propia “ucronía”, llegando además a la conclusión de que podríamos estar ante la más perfecta, precisa y metódica de ellas. En resumen, sólo les haré saber que el resultado de la misma dista mucho (quizás miles de eones metafóricos) de la situación actual, lo cual me ha provocado un profundo sentimiento de desazón y, al mismo tiempo, una paz espiritual sin parangón (todavía intento descifrar por qué).

En mi “historia-con-minúsculas” personal yo tengo absolutamente todo el derecho de engañarme a mí mismo todas las veces que quiera, amparado por el armazón de la ilógica más apabullante...



domingo, 5 de agosto de 2007

Otro meme...

Iba a hacer un pastiche muy raro hablando de la “memoria muscular”, de las “ucronías” y de mi obsesión por guardar tarros de cristal... pero es que no me puedo resistir a un meme de Desesperada; tendré que hacérmelo mirar...

1-¿Cuánto tiempo llevas blogueando? En serio desde octubre de 2006, aunque ya hice algún pinito desde julio de 2005 en los “spaces” de Messenger.

2-¿Cómo te enteraste de la existencia de los blogs y te animaste a participar? Gracias a mi buen amigo Dani H. A través de él llegué al del “eZcritor” (Rafa Fernández) y, oye, me animé...

3-Dime cinco blogs que sigas a diario o con mucha frecuencia. Desesperada, Furu, eZcritor, Jove y “nilibreniocupado” son visita obligadísima, aunque en general leo todos los enlazados y unos cuantos más.

4-¿Eres lector anónimo de algún blog? Pues sí, pero, obviamente, no voy a desvelar cual...

5-¿Algunos autores te despiertan especial simpatía? Aunque nadie lo entienda, Rafa Fernández me cae muy bien, y creo que yo a él también... Dani H. es amigo de la niñez... y lo cierto es que Jovekovic y Desesperada son un pilar importante, quizás porque hemos traspasado un poquito más la relación personal a través del mail o del chat. Álvarez Rabo es uno de mis ídolos, de cuando leía Makoki y otros cómics... En general, me despierta simpatía cualquier persona con la que empatice o que me haga pensar, aunque sea la primera vez que le lea...

6-¿Con qué cinco blogueros te irías de borrachera? Rafa, Gorka Limotxo y Furu sin dudarlo. Con Jove me iría de tapas y cañas a coger un puntito “lúcido”, y con Desesperada me iría al fin del mundo para hablar sin pronunciar ni una palabra...

7-¿Con que tres blogueros pasarías una noche de locura sexual? Wildrose multiplicada por tres o tres noches con ella... ¿es válido?

8-¿Te has enamorado alguna vez de algún bloguero/a? De una lectora de mi otro blog, pero creo que eso ya lo sabíais...

9-¿Estás satisfecho/a con tu blog? Pues no... con “El tercer round” no termino de estar muy contento, aunque me esfuerzo por volver a la línea correcta. Me siento muy muy orgulloso, eso sí, de “La vida y obra de un púgil sin contrincante”... pero no podía seguir con él, ya era imposible.

10-¿Pasarás este meme a otros 5 blogs? No voy a mentir... probablemente no.

viernes, 3 de agosto de 2007


LA CANÍCULA

Hay un aleteo incontestable, y un
insecto acaba de caer al agua y agoniza.
Nosotros sólo nadamos a contracorriente,
desnudos y abrazados. Nunca fuimos héroes
a los que rendir pleitesía y honores.

La orilla y el testigo de la desbandada
y miles de antenas que no detendrán su marcha.
A poco, llegará el planto desde los élitros ásperos,
pero jamás la oda. Jamás la oda.
Nunca fuimos vigías, nunca vimos nada más allá del cauce.

¿Qué curso ha de seguir el torrente ensoñado,
de qué fuente nacen las moléculas correctas,
qué puertos han de visitar para tomar las vituallas
que calmen la hambruna de mis navegantes?

Es un agua estancada que no purifica,
pero dormimos aferrados a la rama nacida de la deriva.
Arriba, en las baterías, nadie encuentra el descanso,
nadie halla, entre la angustia enconada de una paz de mamíferos,
el instinto subterráneo ni el mapa aéreo.

Te pierdo donde divergen las corrientes.
No hubo silencios ni vetas en la travesía, ni los vapores
delataron nuestra presencia prescindible de náufragos
que nunca bracearon, porque nunca fuimos héroes
ni estuvimos asidos por nuestras almas.

Jaén, 28/07/07

jueves, 2 de agosto de 2007

BANG!... (Segunda parte)

Llevo una bala de rifle colgada al cuello, con una cadena de plata, desde hace varios años.

Yo suelo tener una explicación para casi todo (mis tatuajes, mis aros en las orejas, las pintadas con las que a veces decoro los techos o el mobiliario de mi casa...). Nunca hay nada al azar. Es así, hasta tal punto, que mucha gente que conozco ya teme preguntarme ciertas cosas por temor anticipado a la “brasa” con la que voy a castigarles, al estilo de “me encanta que me hagas esa pregunta; verás...”. Siempre una anécdota que da origen, siempre una retorcida doble o triple visión del asunto. A veces me doy hasta asco.

Pero no sé por qué llevo esa bala colgada al cuello.

Y es extraño... esta misma noche, cepillándome los dientes en el espejo del baño, me he percatado por primera vez de que no existe tal explicación. Obviamente (obvio para los pocos que me conocen) he intentado encontrarla mientras las cerdas del cepillo danzaban de arriba abajo por mis incisivos y caninos. Supongo que, si no tuvo un motivo el colgarla, ahora no tenía sentido inventarlo. Así que abandoné rápidamente mi tarea mental y me dispuse a vestirme para acudir a una cita con unos amigos.

Y el caso es que el tema no me ha dejado en paz en toda la noche... ¿Qué significa esa bala? Bueno, a veces nos decoramos sin más con abalorios de lo más variopinto sólo porque nos gusta su forma o su color. Pero terminamos abandonándolos con el tiempo o sustituyéndolos por otros con relativa frecuencia. Sin embargo, yo no puedo dejar de tener esa bala colgada de mi cuello, con su cadena de plata. Cuando me ingresaron en el hospital y hube de quitármela, se la entregué a mi madre con cierta preocupación, y le repetí mil y una veces que tuviera cuidado con ella, que la guardara en un sitio seguro hasta que yo volviera a casa; que no fuera a perderla, que no se olvidara de dónde la dejaba y, por supuesto, que dicha ubicación no estuviera a la vista o al alcance de cualquiera... (Imagínense la cara que puso la pobre mujer... parecía que le estaba entregando la llave de una caja de caudales con todos mis ahorros y las escrituras de mi casa...).

En cierta ocasión, me la clavé y me hice bastante daño en el pecho. Pero nunca pensé en deshacerme de ella. Es más, desde entonces, creo que le tengo más apego. No tengo armas, no me gusta la caza, no soy belicista. Sólo he disparado algún rifle o alguna escopeta en alguna ocasión y siempre con un fin deportivo...

Pero me encanta mi bala. En el fondo, muy en el fondo, creo que me recuerda lo frágil de nuestra existencia. Un simple objeto metálico, disparado con un mecanismo adecuado, a una velocidad certera y dirigido hacia un blanco concreto; un simple trozo de metal que, en cuestión de segundos, podría acabar con la vida de un ser vivo. Una espada de Damocles que siempre debemos tener presente, porque bien podría ser una bala como cualquier otra cosa, inyectándonos telepáticamente en el hipotálamo la sensación de que el reloj del que habla Jovekovic no precisa de un mecanismo de cuerda para imponer su castigo; o que la imperfección del azar que plantea Furu no acaba sino de empezar a hacernos a todos la puñeta.

Aquella chica, sin embargo, me proporcionó una imagen mucho más poética y seductora, en aquel lugar donde conseguimos quedarnos solos durante unos minutos... “Así que tú eres la bala... ahora sólo te falta encontrar al cañón desde el que fue disparada... o el arma, si lo prefieres en femenino... Quién sabe, hasta podría haber sido yo...”. En eso me inspiré cuando escribí aquel post de diciembre...

Cuánto la añoro...

(PD: Es casi como la primera por la izquierda).