viernes, 3 de julio de 2009


AZUL Y BLANCA; O TIERRA

No ha de faltarte nunca esa luz casi invisible
entre la niebla de los ojos tan cansados
cuando te das la vuelta, y apenas sabemos que sonríes;
pero siempre tú, como la siempre hoja del castaño
que claudica y tapiza (quién sabe) las rutas insondables
que conducen a tu lecho de sábanas antiguas y frescas.

Ojalá pudieran verte, surcarte, mi cielo…
aquellos que ni saben de tu existencia, de tu nube
azul; blanca, blanca; o tierra (color y madre), madre de
sempiternos otoños y veranos de hazañas inconclusas
como lo son siempre, siempre ellas, las amantes de los héroes
anónimos que aspiran a tu abrazo de trazos afilados.

No ha de faltarnos jamás la esperanza; ni el
miedo clavado como el árbol a su raíz peregrina.
30/06/09