lunes, 18 de mayo de 2009


ULTIMÁTUM…

Adoro comprender la lógica, el por qué de las cosas. Soy más feliz con ello que con todo el dinero del mundo en el bolsillo. Me hace más feliz. Cuando alguien me explica, me justifica la existencia de una simple tubería, de un inofensivo cable en cualquier instalación, en cualquier sistema… Cuando compruebo que alguien ha invertido una gran parte de su ingenio, de su inteligencia y de su tiempo en tener previsto el mayor número posible de incidencias, de posibilidades, de errores… Que casi todas las posibles interrogantes y preguntas pueden llegar a ser contestadas… Que lo que ves (y aún lo que no) tiene una razón de ser, de estar… Me suelo quedar con la boca abierta, “pasmado”, y afino todos los sentidos para no perder el más mínimo detalle.

Todo el mundo achaca esto a mi carácter “perfeccionista” y metódico… nada más lejos de la realidad. Puedo vivir en un completo desorden (mi vida lo es, a fin de cuentas…), pero en el que pueda llegar a entender los orígenes, la casuística del mismo.

Yo sé por qué soy así, por qué vivo así y el camino que he recorrido hasta verme de esta manera. Que es la mía.

Pero sufro cuando no puedo contestarme a las dudas que otras personas me generan. Les interrogo, amable y educadamente sobre ello, pero ellas o ellos tampoco saben responderme (no saben responderse), y entonces, aún cuando mi capacidad para disimular la estupefacción merecería un reconocimiento por parte del gremio correspondiente, eso no evita la desazón interior y la rabia acumulada. Que es mía; y que termina saliendo.

¿Por qué desapareció de repente? ¿Qué ocurrió?
¿Por qué no me acepta, aún cuando se contradice cada vez que se “enfrenta” cara a cara (sonrisa a sonrisa, carcajada a carcajada) a mí?
¿Qué le pasa a este tipo que todos le estamos buscando y no se deja encontrar?
¿Cómo alguien de su edad, con su bagaje, puede actuar así, tan insanamente?

Son sólo algunos ejemplos.

Ya no quiero que sigáis haciéndome esto. Yo, por mi parte, asumiré que no todo tiene una lógica, un sentido, una línea coherente… Cuando tengáis las respuestas, sabéis que a mí no me importará formular de nuevo las preguntas. Entre tanto, buena suerte…