Two and a half…
Hoy. Es hoy mismo cuando (para qué esperar a otro momento) salimos a la razón, al alumbramiento que ciega y que lava. Hoy es cuando las piernas tiemblan y los ojos se mantienen –estoica, heroicamente- impertérritos frente a la revelación. Es hoy cuando ya dejamos atrás la comodidad del escondrijo. Cuando salimos a los paisajes más hostiles y no nos da miedo desafiar a los vendavales. Es hoy cuando leemos y no tememos hacerlo en voz alta, cuando podemos proclamar que se puede vivir sin “esto” o “aquello”, porque jamás hubo un “eso” o un “lo otro” en realidad. Y llegarán muchos, muchos más artículos, muchos más adverbios, muchos más verbos; y es hoy cuando lo sabemos y también es hoy cuando sabemos que querremos aprender a conjugarlos.
Hoy es cuando podemos arrojar las cenizas desde el puente, cuando es posible. Cuando no nos da pánico enfrentar el hecho de que esas palabras (huecas, estériles, inconexas y tan, tan carentes de VIDA con mayúsculas) ya no van a taladrar jamás nuestros tímpanos de nuevo. Hoy es cuando por fin alguien nos hace creer (quién sabe si nosotros mismos) que esos “otros” sonidos también pueden ser bellos para el que quiera mecerse en ellos.
Hoy (no mañana, no pasado mañana, no un “tal vez algún otro día”…) ya no estás ni vas a volver a estar (veneno).
Y hoy -qué duda cabe- tal vez no sea un “gran día”. Pero es otro. Y es distinto.
Hoy. Es hoy mismo cuando (para qué esperar a otro momento) salimos a la razón, al alumbramiento que ciega y que lava. Hoy es cuando las piernas tiemblan y los ojos se mantienen –estoica, heroicamente- impertérritos frente a la revelación. Es hoy cuando ya dejamos atrás la comodidad del escondrijo. Cuando salimos a los paisajes más hostiles y no nos da miedo desafiar a los vendavales. Es hoy cuando leemos y no tememos hacerlo en voz alta, cuando podemos proclamar que se puede vivir sin “esto” o “aquello”, porque jamás hubo un “eso” o un “lo otro” en realidad. Y llegarán muchos, muchos más artículos, muchos más adverbios, muchos más verbos; y es hoy cuando lo sabemos y también es hoy cuando sabemos que querremos aprender a conjugarlos.
Hoy es cuando podemos arrojar las cenizas desde el puente, cuando es posible. Cuando no nos da pánico enfrentar el hecho de que esas palabras (huecas, estériles, inconexas y tan, tan carentes de VIDA con mayúsculas) ya no van a taladrar jamás nuestros tímpanos de nuevo. Hoy es cuando por fin alguien nos hace creer (quién sabe si nosotros mismos) que esos “otros” sonidos también pueden ser bellos para el que quiera mecerse en ellos.
Hoy (no mañana, no pasado mañana, no un “tal vez algún otro día”…) ya no estás ni vas a volver a estar (veneno).
Y hoy -qué duda cabe- tal vez no sea un “gran día”. Pero es otro. Y es distinto.