Aniversario y crítica despiadada…
Llega a asustar el paso del tiempo. Sí, por supuesto que esto es una perogrullada, a casi todos nos asusta que pase el tiempo. Pero yo me refería al “cómo” pasa, a la supuesta rapidez con la que lo hace. Yo ya no sé si es que me parece que fue ayer cuando estaba en este mismo lugar, en esta misma casa, escribiendo un post por el primer aniversario de la era “blogosférica”; o si es que ahora, cuando escribo uno sobre el segundo, mi asquerosa y deprimente vida ha cambiado tan poco que las horas se han diluido en la transición. Tengo casi que convencerme de que era un 26 de octubre de 2006, y ahora ese último seis es un ocho…
Supongo que, más bien como terapia, lo que toca en este párrafo es auto-engañarme y felicitarme: hay por ahí un estudio de esos “serios” que rezan que la vida media de una bitácora digital es de unos 18 meses, tirando a lo largo. Bueno, pues van 24, Lluis, y con más de 350 posts, lo cual te da una media de actualización de casi uno cada dos días naturales (mejor no me paro a hacer la media de todos los cigarrillos invertidos en esas redacciones, lecturas, relecturas y correcciones de última hora…). Más de once mil visitas en los escasos diez meses que hace que puse el contador… (gracias a todos y todas, por cierto).
Son pocos y pocas los que, desde aquellos primeros días de otoño, siguen ahí igual, como Jordi, Furu, Dani o el gran Rafa (eZcritor), mientras que otras (normalmente “otras”) han sucumbido a la estadística… No, no es ningún consuelo, porque si ya hace un año me quejaba de que este “Cuarto Round” (que empezó siendo “tercer” y seguramente pronto mutará a “quinto”) no le llegaba ni a la altura del betún al “Púgil” primigenio, ahora podríamos afirmar que su hábitat natural empieza a ser el subsuelo de la mediocridad…
Y, por otro lado, el desasosiego y el desaliento de comprobar cómo este pequeño rincón está siendo usado por determinadas personas para hacerme un completísimo “seguimiento y acecho” (que luego tiene sus frutos podridos en la bandeja de entrada personalísima y sacrosanta).
He sido incluso invitado cortésmente (son de esas sugerencias que se deben tener en cuenta, porque vienen de la “güena hente”) a poner el cartel de “CERRADO” durante un tiempo. Mi estimada “mesqara” hasta me increpaba dulcemente: “¿Por qué no te enamoras de nuevo, idiota? daba gusto leer los posts del otro…”. Como si uno pudiera elegir a conveniencia su “altura”… No, yo no estoy enamorado, y ella bien lo sabe y (ella sí) lo asume, antes de marcharse y de no volver la vista atrás; en breve…
Helena dio con una de las claves: “tu primera regla es la de no actualizar por inercia… Si no tienes nada que decirTE, mejor no escribas…”. Y supongo que vislumbrar ese axioma con más claridad fue una de las claves de la bajada del promedio. Luego vino el ataque “troll”, de modo que se hubo de vasectomizar la retroalimentación del blog. “Chapa y pintura” para un vehículo de auto-afirmación que no paraba de estrellarse y que pide un plan “Renove” desesperadamente.
Por el camino se parió, en Blogia, un gemelo bastardo y, esta vez sí, anónimo en su totalidad. A él iban a parar los “detritus” y algunas sobras en no-tan-mal-estado. Pero ni siquiera la libertad del no saberme reconocido y, por tanto, de no tener que evaluarme constantemente, consiguió mejoras palpables en el estado general del teclado-alma. Esa privacidad y secretismo, al menos, me exculpan y también me evitan el escarnio y la vergüenza de admitir un nuevo (y acostumbrado) fracaso.
Vengo aquí, a este editor, a llorar desconsoladamente por lo que fue. Sería absurdo hacerlo en otro lugar. Sería absurdo, por otro lado, que hoy fuera un día distinto a un domingo. Uno de esos en que no sabes ni por qué, ni qué lo justifica, te sigues resistiendo a asestar un golpe de gracia. Un domingo puede tumbar a cualquiera, hacerle besar la lona. Un domingo sin ella, por supuesto…
Son tiempos de supervivencia y de intentar marear al “hambre” de la que ya hablaba hace unos días. A las hambres… De zambullirse en el código genético y pescar ese gen maldito que hace tanto que no asoma; y obligarle a que se manifieste, y a que vomite esas cadenas que rompen otras cadenas, y que te estiran el cuello para en lo onírico, en los sueños (la vida de ojos cerrados, tan cómoda…), pasear con la cabeza alta y el rictus de un hombre que no tiene que disimular que es un hombre, porque es un hombre con las cuatro consonantes y las dos vocales.
Enfermaba (y gravemente) unos días después de emprender aquel camino. La curación, arropado por los párrafos de ortografía mimada. Y una saliva terapéutica tras el viaje y el cansancio y el volante y los discos grabados. Si enfermo ahora, mis huesos acabarán en una caja y luego el pasto y las llamas… Así que, si me permiten, voy a guardar reposo un instante, mientras veo como ella prepara sus maletas sin tenerla ni tan siquiera al lado…
Feliz cumpleaños, imbécil sin guantes.
El púgil CON contrincante.