“Desintoxicación...”
Creo en la redención. Y en las segundas oportunidades (y terceras, y hasta cuartas...). El cine, entre otras cosas, me hace ser optimista. Son esos casos, como el de los “chicos malos” que cuentan hasta diez, que permanecen un tiempo en las sombras, arropados por discreción y sencillez y luego vuelven al mundo con fuerza, con ánimos renovados... casos como los de Emilio Estevez (hijo de Martin y hermano de Charlie Sheen, y que nunca quiso usar ese apellido), que vuelve como director y co-protagonista en la magnífica “Bobby”. O como mi admirado Matt Dillon, con su soberbia interpretación en “Crash” y como protagonista-guionista-director de “City of Ghosts”, donde sabe rodearse de compañeros como Depardieu, James Caan o mi matrimoniable (platónicamente hablando) Natascha MacElhone. Por qué no... te pueden hacer creer...
Acabo de cumplir 29 años. Y no lo estoy llevando demasiado bien... Constantemente la cago con la gente que me rodea; estoy irritable, irascible, he perdido mi capacidad de empatizar y de saber escuchar.
No tiene que ver con la edad, aunque ésta supongo que ha sido el último acicate para terminar de dar el resbalón definitivo. Mis “salidas de tiesto” empiezan a ser cada vez más incomprensibles y antológicas. Mis borracheras, cada vez menos “simpáticas o ingeniosas”.Y mi salud empieza a resentirse demasiado, y todo esto pasará factura, y lo sé...
No tiene nada que ver, creo, con la humillación que ha supuesto mi penúltima tentativa sentimental (frustrada, por supuesto), pero supongo que ésta también ha venido a confirmar que debería haber empleado y concentrado mis esfuerzos en terminar de comprobar si las segundas oportunidades eran factibles...
Me han llamado “niñato” y han jugado a psicoanalizarme, y esto es, paradójicamente, lo que menos ha hecho mella en mi ánimo. Así que igual tendría que hacérmelo mirar, porque si bien es cierto que me suelo seguir riendo a carcajadas ante estas “avanzadillas” y escaramuzas, ya no me levantan el ánimo como lo solían hacer; o no tanto...
Le decía a Ro, que telefoneó desde Alemania, que mi vida no se parecía en nada a lo que imaginaba que sería con esta edad, en esta etapa. Para mentirlepiadosamente-tranquilizarla, añadía que, en muchos aspectos (que supuestamente compensaban), era “mejor”; pero no me lo creía ni yo. Ojalá Matt o Emilio hubiesen telefoneado el 23 para poder preguntarles cuánto tiempo tuvieron que estar en el hoyo; cuándo se empezaba a ver algo de luz...
Me han acusado de tener un ego que superaba los límites, el volumen físico de todo un local de ocio (se permitieron hacer la comparación en metros cúbicos...). No me conocían, ni yo demasiado a ellos, así que esta “decepción”, al estar pidiendo (quizás inconscientemente) algo de ayuda, indirectamente, duró poco. Pero sí que me hizo pensar... en lo barato que me vendía a mí mismo...
Igual todos nos perdemos un poco alguna vez, en algún momento... Y lo más seguro es que nos intentemos buscar en las personas inapropiadas, en los lugares erróneos, en las circunstancias equivocadas, en los brazos de personas incorrectas, en los recuerdos de quienes pasaron de soslayo por tu vida pero que luego desaparecieron (ellos y ellas sí) egoístamente.
Y pagan el pato, inmerecidamente, quienes no dejan de estar, aún sin estar. Igual hemos querido borrar de nuestras vidas a quienes teníamos que haber cosido con hilo doble a ellas, y hemos abierto demasiado los brazos a quienes, en la odisea de adorar su ombligo, se llevan al tuyo por delante... (esto ya lo había escrito antes, en otro contexto).
Quiero pedirte disculpas, a ti que no tienes un rostro concreto y que tampoco dejas de tenerlo. A ti que te haces nombrar con una inicial extraña, por ejemplo; y que no dudas en contestar con “un beso” a mis paridas inexcusables, por ejemplo. O a ti, que nunca quisiste hacer daño, y que también necesitabas “escapar”; ahora que tanto te empiezo a echar de menos (y de verdad). Pensaréis que no tendría que aprovechar este “búnker” de ego que supone un blog para hacerlo, pero también lo haré en persona cuando, al fin, tenga ocasión.
Sobre todo a vosotros, que cuando me veis aporreando las cuatro cuerdas (porque eso en el fondo es lo que hago) con el cigarro en la comisura, como en la foto que ilustra este escrito, me lo perdonáis todo y sabéis que no puedo ser tan imbécil en realidad. Hoy por hoy, tocar con todos vosotros es el único oasis...
Me estoy escribiendo un papel a medida, en un filme que no todos van a ver, pero que sabréis disfrutar. Porque creo en la redención, y en las segundas (y hasta terceras y cuartas...) oportunidades. Asumo mis fallos, y ésta vez los asumo sin pretender cambiar nada que no se tenga que cambiar. Quiero eliminar fotogramas, no más... se supone que tendría que ser laborioso, pero sencillo...
Creo en la redención. Y en las segundas oportunidades (y terceras, y hasta cuartas...). El cine, entre otras cosas, me hace ser optimista. Son esos casos, como el de los “chicos malos” que cuentan hasta diez, que permanecen un tiempo en las sombras, arropados por discreción y sencillez y luego vuelven al mundo con fuerza, con ánimos renovados... casos como los de Emilio Estevez (hijo de Martin y hermano de Charlie Sheen, y que nunca quiso usar ese apellido), que vuelve como director y co-protagonista en la magnífica “Bobby”. O como mi admirado Matt Dillon, con su soberbia interpretación en “Crash” y como protagonista-guionista-director de “City of Ghosts”, donde sabe rodearse de compañeros como Depardieu, James Caan o mi matrimoniable (platónicamente hablando) Natascha MacElhone. Por qué no... te pueden hacer creer...
Acabo de cumplir 29 años. Y no lo estoy llevando demasiado bien... Constantemente la cago con la gente que me rodea; estoy irritable, irascible, he perdido mi capacidad de empatizar y de saber escuchar.
No tiene que ver con la edad, aunque ésta supongo que ha sido el último acicate para terminar de dar el resbalón definitivo. Mis “salidas de tiesto” empiezan a ser cada vez más incomprensibles y antológicas. Mis borracheras, cada vez menos “simpáticas o ingeniosas”.Y mi salud empieza a resentirse demasiado, y todo esto pasará factura, y lo sé...
No tiene nada que ver, creo, con la humillación que ha supuesto mi penúltima tentativa sentimental (frustrada, por supuesto), pero supongo que ésta también ha venido a confirmar que debería haber empleado y concentrado mis esfuerzos en terminar de comprobar si las segundas oportunidades eran factibles...
Me han llamado “niñato” y han jugado a psicoanalizarme, y esto es, paradójicamente, lo que menos ha hecho mella en mi ánimo. Así que igual tendría que hacérmelo mirar, porque si bien es cierto que me suelo seguir riendo a carcajadas ante estas “avanzadillas” y escaramuzas, ya no me levantan el ánimo como lo solían hacer; o no tanto...
Le decía a Ro, que telefoneó desde Alemania, que mi vida no se parecía en nada a lo que imaginaba que sería con esta edad, en esta etapa. Para mentirlepiadosamente-tranquilizarla, añadía que, en muchos aspectos (que supuestamente compensaban), era “mejor”; pero no me lo creía ni yo. Ojalá Matt o Emilio hubiesen telefoneado el 23 para poder preguntarles cuánto tiempo tuvieron que estar en el hoyo; cuándo se empezaba a ver algo de luz...
Me han acusado de tener un ego que superaba los límites, el volumen físico de todo un local de ocio (se permitieron hacer la comparación en metros cúbicos...). No me conocían, ni yo demasiado a ellos, así que esta “decepción”, al estar pidiendo (quizás inconscientemente) algo de ayuda, indirectamente, duró poco. Pero sí que me hizo pensar... en lo barato que me vendía a mí mismo...
Igual todos nos perdemos un poco alguna vez, en algún momento... Y lo más seguro es que nos intentemos buscar en las personas inapropiadas, en los lugares erróneos, en las circunstancias equivocadas, en los brazos de personas incorrectas, en los recuerdos de quienes pasaron de soslayo por tu vida pero que luego desaparecieron (ellos y ellas sí) egoístamente.
Y pagan el pato, inmerecidamente, quienes no dejan de estar, aún sin estar. Igual hemos querido borrar de nuestras vidas a quienes teníamos que haber cosido con hilo doble a ellas, y hemos abierto demasiado los brazos a quienes, en la odisea de adorar su ombligo, se llevan al tuyo por delante... (esto ya lo había escrito antes, en otro contexto).
Quiero pedirte disculpas, a ti que no tienes un rostro concreto y que tampoco dejas de tenerlo. A ti que te haces nombrar con una inicial extraña, por ejemplo; y que no dudas en contestar con “un beso” a mis paridas inexcusables, por ejemplo. O a ti, que nunca quisiste hacer daño, y que también necesitabas “escapar”; ahora que tanto te empiezo a echar de menos (y de verdad). Pensaréis que no tendría que aprovechar este “búnker” de ego que supone un blog para hacerlo, pero también lo haré en persona cuando, al fin, tenga ocasión.
Sobre todo a vosotros, que cuando me veis aporreando las cuatro cuerdas (porque eso en el fondo es lo que hago) con el cigarro en la comisura, como en la foto que ilustra este escrito, me lo perdonáis todo y sabéis que no puedo ser tan imbécil en realidad. Hoy por hoy, tocar con todos vosotros es el único oasis...
Me estoy escribiendo un papel a medida, en un filme que no todos van a ver, pero que sabréis disfrutar. Porque creo en la redención, y en las segundas (y hasta terceras y cuartas...) oportunidades. Asumo mis fallos, y ésta vez los asumo sin pretender cambiar nada que no se tenga que cambiar. Quiero eliminar fotogramas, no más... se supone que tendría que ser laborioso, pero sencillo...
5 comentarios:
Eres un crack, y te deseo toda la suerte del mundo en tu vida...que aunque no la veas nada clara o suficientemente atractiva, el fruto lo tienes aunque no lo veas, y seguira floreciendo a mejor cada día.
A veces es necesario llegar al fondo, saber que de ahi no vas a pasar y entonces solo entonces volver a empezar. Defendemos los deseos a golpes, alquilamos pisos en castillos de arena, rompemos el alma para luego pegarla trocito a trocito, nos perdemos para poder volvernos a encontrar...diria que la vida en si es complicada, pero lo cierto es que los complicados somos nosotros y yo digo ¿y que? ¿no nos hace ser mejores? ¿ no nos hace aprender y seguir aprendiendo? solo puedo añadir que por muy oscura que veamos las cosas a veces solo es cuestion de limpiarse las gafas!!!
un beso
maca
Hacía tanto tiempo que no entraba aquí...
Bueno, te diría que felicidades, pero, aparte de que ya es tarde, creo que, como a mí, no te gusta cumplir años...
Dieciséis días me quedan para volver a España. Tengo yo también una historia de cigarrillos..Una historia entre estos días que me quedan por pisar Madrid y cigarrillos de mentol entre mis labios...Algún día te la contaré.
Un saludo, todavía desde el otro lado del Atlántico.
Eva
A veces la vida te juega malas pasadas,nos exforzamos en ser mejores y dia a dia situaciones cotidianas nos hacen cuestionar el porque de todo,pero cuando crees que encuentras a alguien tan afin a ti que podrias llevarlo bajo la piel y deseas simplemente abrazarle y decirle"tranquilo estoy aqui",merece la pena amar sin ser amado que nunca haberlo hecho.
Acabas de cumplir 29 años y no lo llevas demasiado bien? Pues la que te espera...
PD: Yo te veo muy guapo, claro que te miro con ojos de primo bueno.
Publicar un comentario